Ya ha pasado casi medio mes desde que el espigón de La Puntilla de El Puerto amaneciera con un bloque de hormigón y carteles de “prohibido el paso”. Un cierre repentino llevado a cabo por la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC), propietaria del enclave donde ya no hay cañas ni anzuelos. Esta medida de prevención ha generado malestar entre quienes frecuentan el lugar. Ellos consideran que hay otras alternativas que no mermen la actividad que tantos años llevan realizando.Por esta razón, aficionados y vecinos se han unido bajo la plataforma Mar Abierto, que nace en defensa de la pesca recreativa en la Bahía de Cádiz. “Este espigón es parte de mi vida, es donde disfruto, me relajo y me divierto”, dice Francisco Olmedo, conocido como Pacopelo. Él es uno de los tantos pescadores a los que ha afectado esta decisión de la APBC.Este portuense de 53 años lleva desde que era un niño recorriendo este espigón que tantas alegrías le ha dado. Con 10 años ya iba con su caña y su cubo en busca de especies. “Este espigón me ofrece relajación, serenidad, adrenalina cuando coges un pez. Para mí estar aquí es vida”, comenta Pacopelo, que suele volver a casa con doradas, lubinas o corvinas, en función de la temporada.Muro que impide el acceso al espigón. JUAN CARLOS TOROSiente verdadera predilección por este lugar al que suele ir con frecuencia. “Cuando no tengo tiempo para pescar, también vengo a dar una vuelta y me despejo del estrés diario”, dice este aficionado que conoce el entorno como la palma de su mano.A su lado está Yerai Vidal, jerezano de 39 años, enamorado de la pesca desde que era un adolescente. Con 15 años pisó por primera vez La Puntilla, donde recuerda que, con unos amigos, pescaron unas cuantas palometas. Desde entonces, pescar forma parte de su rutina- Suele desplazarse unas tres veces a la semana para desconectar y pasar un rato entre amigos.“Me gusta esa sensación de luchar con el pescado. Es mi momento de desconexión, de pasarlo bien y de disfrutar la pesca, aunque a veces no se coja nada”, expresa. A Yerai le resulta cómodo venir a este sitio al disponer de aparcamiento cercano.Cartel ubicado en la zona cerrada por la Autoridad Portuaria. JUAN CARLOS TORO“Al cerrar el espigón, mucha gente se ha quedado sin poder ir a pescar porque no pueden desplazarse a playas más lejanas, por el material que tienen o porque no pueden andar tanto”, comenta el jerezano.El sol ilumina el mar al que tantas veces han mirado. A sus espaldas se encuentran esas rocas en las que muchos padres han compartido con sus hijos conversaciones y saberes. “De un día para otro se han cargado una afición muy bonita”, dice Yerai, que también menciona a la cantidad de personas mayores que frecuentan el espigón.Él mismo ha echado una mano a los aficionados jubilados que transmiten esta práctica a las nuevas generaciones. “Es su modo de vida, vienen hasta cinco veces a la semana a pescar aquí. Este cierre va a afectar a mucha gente mentalmente”, comenta.Algunos de los pescadores recreativos que frecuentan este espigón desde hace años. JUAN CARLOS TORODesde la plataforma, los pescadores defienden la continuidad de esta práctica, que consideran parte fundamental de la economía local y un motor de conservación del medio ambiente. Están comprometidos con una pesca sostenible que asegure la salud de los mares. Además, su presencia en el espigón es positiva para la zona. Pacopelo y sus compañeros crearon el grupo Los lokos del espigón, que lleva muchos años organizando limpiezas en la zona y luchando por su conservación y cuidado.Alternativas al cierreLa plataforma Mar Abierto ha solicitado una reunión con Teófila Martínez Saiz, presidenta de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, con el objetivo de abrir una vía de diálogo y colaboración. Durante este encuentro proponen presentar sus inquietudes y exponer el impacto social y económico del cierre en la comunidad de pescadores y en los comercios locales.También buscan proponer soluciones y medidas que permitan la reapertura de los espigones bajo un marco de seguridad, respeto al entorno y responsabilidad. El grupo contempla organizar una protesta para dar visibilidad a sus demandas. Llegar a un consenso es el fin de estos pescadores que luchan por volver a este espigón que en el siglo pasado Rafael Alberti frecuentaba los días que hacía rabona en el colegio.