BlueBird 6: la “antena gigante” de AST SpaceMobile que quiere dar 5G desde el espacio (y el debate que arrastra)

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El 23 de diciembre de 2025 despegó desde el Satish Dhawan Space Centre, en India, el satélite BlueBird 6 de AST SpaceMobile a bordo de un cohete LVM3. El aparato se desplegó en órbita baja terrestre y, con sus cifras sobre la mesa, entró directo en la categoría de “imposible de ignorar”: su antena tipo matriz en fase llega a casi 2.400 pies cuadrados, unos 223 metros cuadrados, lo que lo convierte en el mayor “array” comercial de comunicaciones desplegado en órbita baja.La comparación más cotidiana es imaginar una sombrilla: cuanto más grande, más sombra proyecta. En telecomunicaciones pasa algo parecido: una antena mayor puede “ver” mejor señales más débiles. Eso es clave para la apuesta de AST SpaceMobile, que no pretende conectar a una antena instalada en tu casa, sino hablarle directamente al teléfono que ya llevas en el bolsillo.La idea detrás de “torres de telefonía en el cielo”El objetivo de la compañía es construir una red de banda ancha celular desde el espacio que funcione con smartphones convencionales, sin accesorios, en lugares donde hoy se pierde la cobertura. La compañía lleva tiempo describiendo sus satélites como “torres de telefonía en órbita”, y el argumento es fácil de entender: si las torres en tierra no llegan porque hay montañas, mar o despoblación, una “torre” elevada a cientos de kilómetros puede cubrir un área mucho mayor.Esta aproximación compite por territorio mental con Starlink y otras constelaciones, aunque el servicio que se persigue no es idéntico. Starlink es, sobre todo, internet satelital para hogares, empresas o movilidad mediante terminales específicos. AST SpaceMobile, en cambio, insiste en el “direct-to-phone”: conectividad móvil estándar que, si se materializa a escala, podría convertirse en una especie de red de respaldo para zonas sin cobertura o emergencias.Qué aporta BlueBird 6: más músculo para una misma promesaBlueBird 6 es el primer satélite de una nueva generación (“Block 2”) y llega con un salto de tamaño notable respecto a unidades anteriores. En especificaciones, AST detalla que cada satélite de esta generación está diseñado para soportar 10 GHz de ancho de banda de procesamiento y velocidades pico de 120 Mbps por celda de cobertura. Aquí conviene poner orden en la confusión típica de titulares: algunas publicaciones hablan de “120 megabytes por segundo” por dispositivo, pero la ficha técnica de la propia empresa habla de Mbps (megabits), no MB/s (megabytes). La diferencia, traducida a un ejemplo doméstico, es como confundir kilómetros por hora con metros por segundo: ambas son velocidades, pero no equivalen ni de lejos.El antecedente: la llamada 5G que probó que no era ciencia ficciónAntes de este salto, AST SpaceMobile había usado su satélite de pruebas BlueWalker 3 para validar que un móvil corriente podía enlazar con una antena orbital. La empresa sitúa un hito en septiembre de 2023: una demostración de conectividad 5G desde el espacio hacia smartphones “de calle”. Vodafone también comunicó un logro similar con un smartphone sin modificar, apoyándose en BlueWalker 3.Si lo aterrizamos con una metáfora, es como probar por primera vez que una linterna pequeña puede iluminar un reflector lejano y recibir respuesta: la prueba no significa que ya tengas una red eléctrica completa, pero sí que el principio funciona.2026: el año en que se verá si escala (o se queda en demostración)El gran examen no es desplegar un satélite enorme, sino construir una constelación que garantice servicio continuo. En ese punto, AST SpaceMobile ha deslizado planes para lanzar del orden de 45 a 60 satélites adicionales durante 2026, con la idea de habilitar cobertura de datos 5G en Estados Unidos y otros mercados iniciales.Aquí aparece el contraste inevitable con SpaceX: la escala. Starlink ya opera con miles de satélites en órbita, mientras que AST busca compensar con unidades de mayor superficie y, en teoría, mayor capacidad de cobertura por satélite. Es la diferencia entre iluminar un estadio con un puñado de focos potentes o con cientos de bombillas: ambos enfoques pueden funcionar, pero cambian los costes, el mantenimiento y las externalidades.La cara B: brillo, ciencia y la pelea por un cielo utilizableEl tamaño tiene consecuencias fuera del negocio. Los astrónomos llevan años avisando de que las constelaciones de satélites alteran observaciones por contaminación lumínica, trazas en imágenes y ruido en radioastronomía. Y si un satélite ya era un punto brillante, un “panel” enorme en órbita puede llamar mucho más la atención.Estas interferencias no son solo “estética astronómica”. El deterioro de observaciones puede afectar a líneas de trabajo como la detección y seguimiento de objetos cercanos a la Tierra. En la práctica, si una foto científica queda “rayada” por un satélite, es como si alguien te cruzara un faro por delante de la cámara mientras intentas capturar una escena oscura: el destello tapa información tenue que luego no se recupera.Basura espacial y el fantasma del síndrome de KesslerEl otro foco es el riesgo de colisiones y basura espacial. La preocupación aquí se entiende con una imagen bastante gráfica: si el tráfico en una autovía se multiplica y cada coche es más difícil de esquivar, los accidentes se vuelven más probables y cada accidente genera más obstáculos para los que vienen detrás.El llamado síndrome de Kessler describe un escenario en el que los choques generan cascadas de fragmentos que disparan el riesgo de nuevas colisiones. En una órbita baja cada vez más concurrida, la gestión del tráfico espacial deja de ser un asunto técnico para convertirse también en un problema de gobernanza.Lo que hay que vigilar a partir de ahoraPara AST SpaceMobile, el éxito se medirá en algo muy concreto: servicio útil y estable en teléfonos normales, acuerdos con operadores, y una constelación suficiente para que la experiencia no dependa de “pasar justo bajo el satélite correcto”. Para el resto del ecosistema, la pregunta es cómo equilibrar conectividad y ciencia sin tratar el cielo como si fuera un recurso infinito.BlueBird 6 funciona como un símbolo de esta etapa: la conectividad desde el espacio ya no es una maqueta, pero el precio de escalarla no se paga solo en lanzamientos y antenas, también en cómo gestionamos la luz, el espectro y el riesgo acumulado en órbita.La noticia BlueBird 6: la “antena gigante” de AST SpaceMobile que quiere dar 5G desde el espacio (y el debate que arrastra) fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.