El reciente alud que ha causado tres muertos en el Pirineo aragonés vuelve a recordar la peligrosidad de los fenómenos extremos en alta montaña. Uno de los más temidos es el torb, responsable hace 25 años de un suceso terrible.Equipo de emergencia de montaña enfrentándose a un torb.El alud que ayer causó la muerte de tres personas en el Pirineo aragonés ha vuelto a poner el foco sobre los riesgos que entraña la montaña invernal. Más allá de las avalanchas, existen fenómenos meteorológicos extremos capaces de convertir una excursión aparentemente segura en una situación límite. Uno de los más temidos en el Pirineo catalán es el "torb", una ventisca súbita y violenta que hace exactamente 25 años desencadenó una de las mayores tragedias de la historia reciente del montañismo en Catalunya.¿Qué es exactamente el torb?El término torb proviene del latín turbo, que significa “remolino”, una referencia directa a la dinámica de viento y nieve que caracteriza este fenómeno. En meteorología pirenaica, un torb se produce cuando un viento muy fuerte —con rachas generalmente de norte y que fácilmente pueden superar los 100 km/h— arranca la nieve no consolidada del suelo y la proyecta en la atmósfera, formando un “velo blanco” que envuelve el paisaje. ️ Imatges de torb al massís del Montseny! El vent i la nevada de les últimes hores fan que les condicions meteorològiques siguin les que habitualment trobem en ple Pirineu. @Oriol_RB #Projecte4Estacions pic.twitter.com/xSa6UKXLLW— Projecte 4 Estacions (@P4Estacions) December 23, 2025Es decir, a diferencia de una nevada ordinaria, donde la nieve cae desde el cielo, en un torb la que ya estaba en el suelo es levantada por el viento. Así, forma una pared blanca en la que no hay puntos de referencia visuales ni sombras y la visibilidad se limita a unos pocos centímetros. En estas condiciones, orientarse se vuelve prácticamente imposible.Artículo relacionadoQué es un alud, cuáles son los tipos que hay y cómo interpretar el nivel de riesgoEn el Pirineo catalán, un lugar de alturas imponentes —alberga varias cumbres de más de 3.000 metros, como la Pica d'Estats con sus 3143 m—, valles escarpados y tiempo muy cambiante, el torb es temido hasta por los montañeros más experimentados. Eso sí, este fenómeno también se produce en otros sectores de la cordillera pirenaica.Las condiciones que lo desencadenanLos torbs están asociados a entradas de aire frío polar o ártico que generan vientos intensos en las zonas altas de montaña. La particular orografía del Pirineo contribuye a que los vientos se aceleren y formen remolinos. Durante un torb, la visibilidad es prácticamente nula y la orientación se vuelve casi imposible. Y cuando el manto de nieve en las cumbres no está bien compactado, estos vientos pueden convertir la zona afectada en un verdadero infierno blanco. Las temperaturas también juegan un papel importante: durante un torb, estas pueden caer por debajo de los -12 °C, aunque la sensación térmica puede ser todavía mucho más baja debido al efecto del viento. La tragedia del Balandrau El 30 de diciembre del 2000, tal día como hoy hace 25 años, un torb de extraordinaria severidad azotó el macizo del Balandrau, una montaña de 2.585 m pero de una dificultad técnica a priori baja situada en la comarca del Ripollès (Girona). Aquella mañana, las condiciones parecían favorables para una excursión invernal: sol y calma en los valles. Sin embargo, por la tarde, un descenso repentino de temperaturas y la llegada de vientos huracanados desencadenaron un torb brutal. Esquiadores de travesía participando en un rescate en la montaña.La visibilidad se redujo casi a cero y la sensación térmica descendió drásticamente, originando lo que muchos supervivientes han descrito como condiciones similares a las de las grandes cordilleras como el Himalaya. Los montañeros, que habían comenzado la ascensión confiando en un día apacible, se vieron atrapados en una trampa de viento y nieve que les impedía descender o encontrar refugio. Un balance humano devastadorEn la zona del Balandrau, varios grupos de amigos y montañeros quedaron sorprendidos por la ventisca. Entre esa tarde y el 1 de enero, nueve de ellos y un trabajador de una estación de esquí, fallecieron en las zonas del Balandrau y el Gra de Fajol. Ninguno pudo soportar las condiciones extremas de frío, desorientación y agotamiento. Cima del Costabona, en el Pirineo catalán, en la frontera entre España y Francia.La tragedia del Balandrau fue particularmente impactante porque se produjo sin previo aviso y en un lugar donde las predicciones meteorológicas de entonces no habían anticipado un episodio tan extremo.Las comunicaciones eran limitadas y la falta de cobertura móvil dificultó las alertas tempranas, complicando, además, la localización y el rescate de quienes se encontraban en la montaña. Las lecciones de la tragedia La tragedia del Balandrau marcó un antes y un después en la forma de entender la meteorología de montaña y la preparación de excursiones invernales en los Pirineos. Desde entonces, los servicios meteorológicos y de rescate han mejorado sustancialmente sus sistemas de predicción y alerta, y los montañeros se han concienciado de la necesidad de atender a las previsiones y a la preparación técnica, incluyendo equipos de seguridad adecuados, planificación exhaustiva y conocimientos sobre cómo reaccionar frente a cambios bruscos del tiempo.️El relat en 1ra persona dels supervivents de la tragèdia de muntanya més gran al Pirineu català"Balandrau, infern glaçat" @GuilleCascante ️Demà, 23:15, @tv3cat després de l'especial #PauRiba#senseficcióTV3 més vist el 2021Nominat als #PremisGaudí @AcademiaCineCat pic.twitter.com/MlJ2SYMpiG— Sense ficció (@senseficcio) February 14, 2022El dramático suceso, del que hoy se cumple un cuarto de siglo, ha sido objeto de libros y documentales. El próximo febrero, se estrenará también una película —Balandrau, Viento Salvaje, del director Fernando Trullols— que busca recordar a las víctimas y reflexionar sobre la fuerza implacable de la naturaleza.