«Ser cuidador es una carrera a largo plazo»: cómo gestionar el desgaste social y emocional

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El acto de cuidar es, por naturaleza, una de las experiencias más profundas y necesarias de la vida. Sin embargo, en el día a día se convierte en una carrera de fondo que requiere una gestión emocional y social inmensa, a menudo invisible. Esta es la perspectiva que ofrece Amanda Hernández , psicóloga en el equipo de atención psicosocial del Hospital Fundación Jiménez Díaz, una profesional que dedica su labor a acompañar a quienes cuidan, en muchos casos, a través de la Escuela de Cuidadores de Fundación La Caixa. «Ser cuidador es una carrera a largo plazo que implica mucho esfuerzo , muchas emociones de impotencia, cansancio, pero sobre todo también implica mucho amor«, explica Hernández. Su trabajo la sitúa en la primera línea de los retos que enfrentan estas personas, cuyo perfil predominante suele ser el de la mujer, en torno al 85% de quienes acuden a los talleres , a menudo entre los 50 y 60 años. La psicóloga detalla que la carga emocional es abrumadora : la enfermedad conecta a los cuidadores con sentimientos de vulnerabilidad, rabia e injusticia, preguntándose por qué le tiene que pasar a su familiar. La impotencia y el sentimiento de culpa son, de hecho, la carga emocional más frecuente, generada por el deseo de «llegar a todo» y la autoexigencia de no equivocarse, junto a la constante incertidumbre sobre el futuro. El desgaste no es solo psicológico; es profundamente social y físico. Los cuidadores deben conciliar la atención con la vida laboral y el resto de obligaciones familiares, llegando a tener que renunciar a sus propias actividades. Esta presión se manifiesta a nivel físico con problemas como la falta de sueño, taquicardias o alteraciones en la alimentación, demostrando que cuidar afecta a numerosos ámbitos de la vida. Ante el impacto de una enfermedad, que irrumpe en la vida de un familiar «de la noche a la mañana» sin preparación previa, la información y el acompañamiento se vuelven vitales . «Tener la información nos resta mucha incertidumbre y poder estar acompañados por profesionales y por un entorno afectivo es lo que nos puede ayudar», afirma la experta. Aquí es donde el proyecto de la Fundación La Caixa, la Escuela de Cuidadores, ofrece una red de apoyo fundamental. Hernández subraya que con sus talleres, la Escuela «aporta mucho porque facilitan conocimientos, información y un espacio de desahogo para los cuidadores, lo que reduce mucha incertidumbre y genera alivio en las familias«. Los talleres que imparte Amanda Hernández se centran en el aspecto psicológico, enseñando a los cuidadores a autocuidarse para poder seguir cuidando , y abordando los retos del cuidado en enfermedades crónicas avanzadas o al final de la vida. La sensación de los participantes tras asistir a estos espacios es de alivio y gratitud, pues se sienten comprendidos y acompañados , no solo por el equipo de profesionales, sino también por los compañeros que comparten su misma situación. La psicóloga aborda también dos de las creencias erróneas más arraigadas que surgen en los talleres. Por un lado, el sentimiento de traición si dedican tiempo para sí mismos , un mito que la psicóloga combate enfatizando que el respiro y el autocuidado son fundamentales para que los cuidados sigan siendo eficaces. Por otro, el sentimiento de abandono que aparece al plantear que la residencia es «otra forma de cuidar» cuando el familiar requiere una atención multidisciplinar y los cuidados en casa ya no son efectivos . Otro tema crucial que se aborda es el duelo anticipado: «Aparece cuando estamos viviendo una pérdida, cuando vemos que nuestro familiar ya no es el que recordábamos , que está perdiendo capacidades y funciones... Vamos viviendo la pérdida antes del fallecimiento«, explica. El trabajo consiste en validar esta tristeza como una emoción normal y ayudar al cuidador a conectar con su familiar desde otra manera, desde la presencia. Al hablar del final del camino, cuando la persona cuidada fallece o ingresa en un centro, Hernández lo describe como un duelo por partida doble . No solo se pierde al familiar, sino que el cuidador pierde su rol, su rutina y hasta las relaciones sociales que había establecido durante el proceso. «Es acompañar e integrar esa pérdida», resume. El bienestar emocional del cuidador es, para Hernández, «clave para los cuidados», pues influye directamente en la comunicación, el manejo del estrés y la calidad de la atención ofrecida. Para quienes inician este camino, su consejo principal es claro y fundamental: «Primero que nada, permitirse sentir, e informarse . La información nos quita mucha incertidumbre«, explica la psicóloga. Además, recalca que es vital rodearse de profesionales y de un entorno que sepa acompañar en el proceso , sin olvidar nunca que es importante tener momentos de respiro que permitan desconectar del cuidado, porque «eso nos va a ayudar a seguir cuidando».