Jeff Bezos quería convertir a Amazon en el nuevo Valve. Lo que consiguió fue un agujero negro de dinero y talento

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Amazon invirtió más de 250 veces lo que gastó Valve en construir Steam, creyendo que la escala bastaba. No entendió que la cultura gamer no se compra: se gana. Hoy, entre recortes, cierres y fracasos como New World, la división de videojuegos del gigante atraviesa su mayor crisis.