Una pregunta casi con sorna cuando un empresario ajeno al fútbol compra un club es para qué te metes en este lío. Y puede tener su punto de razón. Comprar una propiedad deportiva implica el riesgo propio de cualquier inversión empresarial -puede salir bien o no-, pero se le añaden otros: exposición mediática totalmente desproporcionada en comparación con la que podrían obtener con sus negocios particulares -normalmente mayores-; presión social de consecución de objetivos inmediatos, y, en consecuencia, una notoriedad pública que no siempre se desea. Entonces, ¿por qué meterse en este lío?Seguir leyendo....