El Teatro de Rojas ha traído a escena -para el público general y en el marco de su campaña escolar- Un monstruo viene a verme , una adaptación teatral conmovedora y poderosa de la novela homónima de Patrick Ness, publicada en 2011, que la empezó a escribir a partir de una idea y unos textos originales de Siobhan Dowd, quien no pudo concluir su historia debido a su fallecimiento por cáncer. Estrenada en diciembre de 2024 en los Teatros del Canal de Madrid, esta producción de LaJoven, en colaboración con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), se presenta como un ejercicio de memoria, imaginación y coraje escénico . Quizá más que la novela, el título nos resuene por la versión cinematográfica de Juan Antonio Bayona (2016), que cosechó nueve premios Goya. Esta obra es meritoria por su carácter solidario , que persigue concienciar sobre los problemas a los que se enfrentan los enfermos de cáncer y la repercusión que ello tiene en las familias afectadas. La versión teatral de Un monstruo viene a verme de LaJoven, dirigida por José Luis Arellano, en síntesis, aborda, entre otras cosas, el duelo infantil, el miedo y la madurez emocional, el acoso escolar, la culpa, la desestructuración familiar, la imaginación como refugio o la aceptación de lo inevitable , en una versión que conmueve, interpela y abraza al espectador desde la primera aparición del monstruo. Bajo la dirección sensible y precisa de José Luis Arellano, la obra se convierte en una experiencia teatral que no se limita a representar, sino que transforma. Es una fábula para mirar lo que duele. La historia gira en torno a Conor, un adolescente que enfrenta la enfermedad terminal de su madre . Cada noche, a las 00:07, un monstruo -un tejo milenario- lo visita para contarle tres historias que lo confrontan con sus miedos, su rabia y su verdad más profunda, y a su vez le exige que le cuente una cuarta: la suya, es decir, la verdad. Este juego narrativo, mezcla de fábula, pesadilla y confesión, convierte la fatalidad en aprendizaje , sin moralina ni consuelo fácil. Conor, en esa transición de la infancia a la adultez que es la adolescencia, vive una vida de apariencia y falsedad. En su entorno familiar y escolar se ve obligado a mentir y a continuar con la mentira en la que lo crían su madre enferma y su abuela. Será a través de los cuentos del monstruo como aprenderá que la realidad es más compleja de lo que parece: no hay buenos y malos absolutos, sino que dependerá de quien lo juzgue. Es evidente que la obra transmite valores esenciales, como son la verdad, la empatía y la aceptación, que debieran ser propios de nuestra sociedad : la importancia de decir la verdad, incluso cuando duele; el poder de la imaginación como refugio y herramienta de comprensión; y la necesidad de aceptar la pérdida como parte de la vida. En un contexto donde el duelo infantil sigue siendo un tabú, Un monstruo viene a verme se atreve a mirar de frente lo que muchos prefieren esquivar. LaJoven, fiel a su vocación pedagógica, convierte el espectáculo en una herramienta de diálogo intergeneracional . De ahí que la obra sea muy adecuada para las funciones escolares, y lo es más cuando estas se acompañan de coloquios que ayudan a compartir este tipo de emociones, como así ha ocurrido en la representación matutina para escolares en el Teatro de Rojas. La dramaturgia respeta la estructura simbólica de la novela, aunque la adapta con inteligencia al lenguaje escénico: los cuentos del monstruo se teatralizan con recursos visuales y físicos que evocan el mundo interior u onírico del protagonista sin caer en el efectismo. No obstante, frente a lo onírico y simbólico, se despliega un puñado de escenas de realismo casi naturalista. La obra no busca respuestas fáciles: plantea preguntas necesarias. Se debe destacar en esta dramaturgia el buen trabajo coreográfico de Muraday. La escenografía, de líneas limpias y elementos móviles, sugiere más que representa. El árbol-monstruo se construye con cuerpos, sombras y sonidos, en una síntesis que recuerda al teatro físico y al arte povera. La iluminación, casi expresionista, marca los umbrales entre realidad y sueño , mientras la música original subraya los momentos de mayor tensión emocional sin invadirlos. El uso expresivo de luz, sonido y movimiento evoca el universo emocional de Conor. Eso sí: la cama de hospital en la escena final, tan hiperrealista, quizá no era necesaria. A veces, lo literal empaña lo poético. Arellano apuesta por una sobriedad donde cada gesto está al servicio del relato. No hay artificio gratuito : todo está medido, contenido, y por eso mismo es profundamente eficaz. Juega con lo simbólico y lo hiperreal, aunque en ocasiones el equilibrio se inclina demasiado hacia lo concreto. El elenco brilla en una interpretación coral equilibrada que respira verdad. Destaca la persona que encarna a Conor (Elisa Hipólito, actriz que hace de chico) con una madurez escénica notable y una vulnerabilidad que nunca cae en el sentimentalismo. Eso sí, su uso vocal —intenso y desgarrado— podría comprometer su integridad física si tuviera que repetir función a diario. Cristina Bertol en el papel de la madre aporta una ternura luminosa. Los personajes secundarios -la abuela, el padre, los compañeros de clase- construyen un entorno creíble y complejo, donde el dolor y el amor conviven. El monstruo, Eduardo Aguirre de Cárcer, por su parte, es una presencia escénica poderosa: no solo como criatura fantástica, sino como metáfora viva del inconsciente, del tiempo y de la memoria. En conclusión, Un monstruo viene a verme es mucho más que una adaptación literaria. Es un acto de valentía escénica, una propuesta ética y estética que devuelve al teatro una de sus funciones esenciales: acompañar al ser humano en sus preguntas más hondas. LaJoven demuestra, una vez más, que el teatro para jóvenes no es un género menor , sino un espacio privilegiado para la verdad compartida. Y el Teatro de Rojas, al acoger esta propuesta, se convierte en cómplice de una experiencia que no se olvida fácilmente. El público asistente, que no completaba el aforo, conmovido, aplaudió con fuerza el excelente trabajo sobre un contenido tan real, tan cercano y tan necesario. Título: Un monstruo viene a verme . Autor: Texto basado en la novela de Patrick Ness . Traducción: David R. Peralto . Compañía: LaJoven . Dirección: José Luis Arellano García . Intérpretes: Elisa Hipólito, Eduardo Aguirre de Cárcer, Cristina Bertol, Antonia Paso, Fernando Sainz, Nadal Bin, Leyre Morlán, Raúl Martín e Iker Lastra. Escenografía: José Luis Raymond y Laura Ordás . Movimiento escénico: Chevi Muraday . Vestuario: Ikerne Jiménez. Música: Alberto Granados Reguilón . Videoescena: Álvaro Luna. Iluminación: Juan Goméz-Cornejo y Jesús Díaz Cortés . Escenario: Teatro de Rojas.