Cristina Figueroa Domecq, de la academia a ser la nueva condesa de Romanones

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En un giro que mezcla historia, nobleza y trayectorias personales, Cristina Figueroa Domecq acaba de estrenar el título de Condesa de Romanones tras la muerte de su padre, Álvaro Figueroa Griffith . Lo que, además de suponer un honor porque se trataba de algo importante para él, supone el inicio de una nueva etapa que combina su carrera académica con el legado de una de las casas nobiliarias españolas más emblemáticas, que siempre ha estado vinculada a la política, la sociedad y la cultura desde finales del siglo XIX. El título de Conde de Romanones fue concedido en 1893 por la Reina regente María Cristina de Habsburgo Lorena al político Álvaro de Figueroa y Torres, figura esencial de la Restauración, y fue elevado a Grandeza de España en 1910. Desde entonces, el condado ha pasado por cuatro generaciones hasta llegar a Cristina, que se convierte en la primera mujer en ostentarlo. El título, que lleva su nombre por el municipio de Romanones, en Guadalajara, ha sido sinónimo de poder, influencia y sofisticación a lo largo de más de un siglo. El primer conde fue presidente del Consejo de ministros, alcalde de Madrid y ministro en numerosas ocasiones. En el siglo XX, la familia mantuvo su relevancia social gracias a Aline Griffith , condesa consorte de origen neoyorquino , modelo y espía durante la Segunda Guerra Mundial, que dotó de glamour y presencia internacional al apellido. La llegada de Cristina al título marca un antes y un después: por primera vez, una mujer asume el condado, reflejo de los nuevos tiempos y de una nobleza que se moderniza sin renunciar a sus raíces. Cristina Figueroa Domecq nació en 1976 y es la hija mayor de Álvaro Figueroa Griffith y Lucila Domecq Williams , perteneciente a la conocida familia jerezana Domecq. De carácter discreto y personalidad reservada, Cristina se ha forjado una carrera lejos de los focos mediáticos. Es doctora en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid y profesora universitaria especializada en turismo sostenible, gestión empresarial e igualdad de género. Actualmente desempeña su labor en la Universidad Rey Juan Carlos y ha colaborado con instituciones internacionales como la Universidad de Surrey, en el Reino Unido. También es autora de varias publicaciones sobre liderazgo femenino y brecha salarial en el sector turístico, como 'Turismo y género' o 'Mujer y alta dirección en el sector', lo que le ha hecho consolidarse como una de las voces más sólidas en la investigación sobre la presencia de la mujer en altos cargos. En su vida personal, Cristina ha atravesado momentos difíciles que la han marcado profundamente. Estuvo casada con el controlador aéreo José Díaz- Guardamino Müller , fallecido en un accidente de moto en 2019. De ese matrimonio nacieron sus dos hijos, Crista y Guido, a los que cría en solitario desde entonces. Sus padres se separaron hace años, y su madre rehízo su vida junto a otro empresario en 2016. Cristina mantiene una relación muy cercana con sus hermanos Carla , Álvaro , Lulu y Alonso , así como con su familia materna, los Domecq. Pese a pertenecer a una de las estirpes más conocidas de la aristocracia española, su vida se desarrolla entre las aulas universitarias, los proyectos de investigación y el entorno familiar, alejada del ruido social que históricamente acompañó al apellido Romanones. La obtención del título siguió el procedimiento legal establecido. Tras el fallecimiento de su padre, Cristina presentó la solicitud de sucesión ante el Ministerio de Justicia puesto que era la mayor de todos los hermanos y, cumplidos los plazos y trámites pertinentes, el 7 de octubre de 2025 se dictaminó oficialmente a su favor. Con ello, se convirtió en la quinta titular del condado y la primera mujer en llevarlo. Fiel a su estilo, la nueva condesa no ha hecho declaraciones públicas ni apariciones oficiales, prefiriendo mantener el mismo perfil sereno y discreto que la ha caracterizado siempre. Asumir el título de condesa de Romanones no altera, sin embargo, su vida profesional ni su identidad. No conlleva responsabilidades más allá de conservar el buen nombre y la historia de su familia, la nobleza hoy en día no es más que herencia simbólica que se lleva con naturalidad y sentimiento de familia. Su visión contemporánea de la aristocracia pasa por la educación, el trabajo y la responsabilidad social. En sus manos, el condado se asocia más al mérito y al compromiso que a los privilegios heredados. Representa, en definitiva, una nueva forma de entender la herencia: la de una mujer culta, trabajadora y moderna que honra el pasado familiar sin quedar atrapada en él. Con su llegada al título, la saga Romanones entra en una nueva etapa. Cristina Figueroa Domecq encarna la elegancia tranquila de quien pertenece a una historia centenaria, pero vive plenamente en el presente . Profesora, madre y ahora condesa, combina el legado de una de las familias más ilustres de España con una trayectoria profesional marcada por el esfuerzo y la coherencia. En ella, el apellido Romanones encuentra un nuevo significado: el de la nobleza discreta, intelectual y contemporánea , que sabe mirar al futuro sin olvidar sus raíces.