El mejor torero de la historia

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Morante no se retira: se inmortaliza. Los que nos retiramos somos los que cosimos el corazón a su capote y unimos nuestro destino a su muleta en tardes de bronca e incomprensión, de soledad y de estatua, de vida y de muerte. Y de vino y de tabaco, y los éxitos formidables y los fracasos descomunales. Llegó de La Puebla con el olor dulce de la marisma, ese olor denso a flores calientes y agua estancada, a jazmín de sombra, a río quieto. Y se va con el olor a lana del otoño de Madrid, con el perfil polvoriento de estatua barroca y el cansancio que les entra a los ángeles cuando ya no tienen a quién proteger. Morante se... Ver Más