En el mundo del cine la línea que separa una película de terror de una película mala que provoca risa e hilaridad es tremendamente delgada. Eso es precisamente lo que ha pasado con la iglesia palmariana en la era de la postverdad. Una secta que durante décadas estuvo envuelta en un halo de falso misterio, que provocaba cierta repulsa y miedo, se ha convertido en un auténtico meme , que en un intento de subsistencia y de captar nuevos adeptos y patronos, ha protagonizado un acto de apertura que marca un antes y un después en su dilatada historia. En las últimas semanas la iglesia palmariana se había afanado en divulgar la celebración de una procesión magna en las instalaciones de las que dispone en El Palmar de Troya, una basílica de colosales dimensiones que domina este rincón de la campiña sevillana. Un anuncio que se hacía en un tono que provocaba las risas de la concurrencia, que indicaba que había que vestir según las normas palmarianas , pero que había generado una notable expectación. Este acto, que se celebraba con motivo de la festividad del Día de la Hispanidad, consistía en la procesión de dos pasos, el de la Santa Faz y el de la Santa Madre del Palmar Coronada, se ha convertido en una jornada de apertura histórica de la basílica del Palmar, algo no experimentado hasta la actualidad. Cientos de personas esperaban su turno para entrar en el recinto. Ellas con sus velos y sus faldas largas y ellos con sus camisas abrochadas hasta arriba del todo, sin pantalones vaqueros y sin zapatillas deportivas. A las 20.00 horas exactas se abrían las puertas que dan acceso a la basílica. Los miembros de la orden, la mayoría de ellos extranjeros con acento anglosajón, se encargaban de vigilar que se cumpliera el código de vestimenta. Pero más allá de eso, no ponían ningún otro problema y cada cual pudo hacer centenares de fotografías y videos . Resultaba ciertamente extraño, como un movimiento que se ha caracterizado siempre por su oscurantismo, se deslizaba directamente hacia el otro extremo, hasta el punto de que los propios palmarianos sacaban sus teléfonos móviles para inmortalizar lo que estaba sucediendo. La basílica, adornada con todo lujo de detalles, pinturas y limpia como una patena, era un hervidero de personas, que se asombraban de ver una espectacular custodia, los ropajes de los clérigos, el trono del papa y hasta una pequeña figurita de Franco. A las 21.00 horas, se desalojaba el templo y todo el mundo aguardaba en la calle el comienzo de la procesión. Las campanas de las altas torres tocaron el himno de España y un cortejo formado primero por niñas vestidas de mantilla y después por monjas palmarianas antecedía a los pasos, que andaban con un sofisticado sistema a través de un mando a distancia y que también iban acompañados por una banda de música. Toda esta bizarra puesta en escena tenía como colofón un importante séquito de sacerdotes que acompañaban a Pedro III (Josef Odermatt), el actual papa de la iglesia palmariana, que trata de seguir el legado que inició el inolvidable Clemente Domínguez. La surrealista procesión, que no pudieron ver hombres y mujeres mezclados , ya que tenían que hacerlo cada uno en lados distintos del carril central por el que discurría, dio un par de vueltas al recinto exterior de la basílica, entre melodías del órgano que sonaba desde el interior, cantos y hasta vivas. «La semana que viene hay un mercado medieval en El Palmar de Troya, a ver si os acordáis también de este pueblo y venís a verlo, El Palmar es mucho más que esta iglesia», decía un vecino a la gente que estaba esperando para poder entrar en el recinto. Un lamento que se mezclaba con la imagen de dos niños palmarianos, vestidos completamente de marrón que recorrían la zona de la puerta montados al alimón en un patinete eléctrico . Una jornada en la que finalmente se demostró claramente lo que muchos sospechaban. La iglesia palmariana, si es que alguna vez lo fue desde aquel 1968 , ya no es una película de terror, si acaso es una cinta mala de Serie B.