'Don Giovanni': segundas partes pueden resultar muy interesantes

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No creemos que seamos malpensados si creemos que sustituir para el segundo reparto a todos los solistas y al director sea una invitación para que los muy aficionados a la ópera vuelvan a asistir a la misma , ya que las producciones no suelen ser las protagonistas, excepto en contadas excepciones. Ya dijimos que esta concordaba con un cierto carácter cinematográfico del libreto, aunque francamente los paños que constituyen los muros articulados de la escenografía no sean muy atractivos, a favor precisamente de la funcionalidad de ese movimiento de la estructura sobre un suelo que gira. Viéndola otra vez nos fijamos que algunas escenas resutan absurdas precisamente por la luz : don Juan (o Leporello) se encuentra(n) con doña Ana, don Octavio o Masettp y no son capaces de reconocerse (no digamos con las 'máscaras' de ellas, que directamente eran sombreros; o el de Don Octavio, que era una especie de boomerang cruzado en diagonal sobre su cabeza). Simplemente había que aminorar la luz, porque era de noche en esos momentos. Volviendo al reparto, son ocho los solistas que integran el plantel , que son muchos y es difícil que todos sean buenos. En el primer elenco destacamos su excelencia general, y casi diríamos lo mismo de este segundo, aunque con matices: excepto Leporello y doña Elvira, todos los demás se iniciaron con un menor volumen, aunque ciertamente fueron ganándolo a medida que sus voces se iban calentando. Para nosotros, el Leporello de Daniel Noyola ha sido providencial, y no sólo por su decisiva actuación, sino porque se ha incorporado en el último momento, debido a una caída sufrida estos días atrás por el que estaba previsto en principio, Emmanuel Franco. La de Noyola es una voz con cuerpo, poderosa, clarísima, muy versátil para las mil y una prueba a la que lo somete don Juan. No hizo falta calentar para oírlo desde el 'Notte e giorno faticar' con plenitud de facultades. Sin embargo, su amo encarnado en la voz de Jan Antem es también la de un barítono, más atenorada, más aterciopelada, pero con mucho menos volumen, en principio. Todo esto desequilibra una de las cualidades que deben tener ambos, que es la de poder intercambiarse no sólo su vestimenta, sus conquistas, sus enemigos, sino también sus personalidades, sus voces, como ante Doña Elvira o la criada de esta; o las explicaciones de Leporello a sus perseguidores haciéndose pasar por su amo. Es verdad que fue cogiendo fuerza, con alguna caída puntual. En el lado femenino, la voz sideral fue la de Karen Gardeazabal , también inmarcesible durante todo su largo rol, del que se debería haber resentido no sólo por su constante presencia, sino por su actitud beligerante hacia el conquistador, del que está tan enamorada que en el umbral de la muerte, todavía le dice que lo perdona. Pero también mostró ese amor descarnado, desinteresado en 'Mi tradi' . Voz redonda, valiente, muy pulida y llena de expresión. La doña Ana de Bryndís Guðjónsdóttir estuvo muy bien de voz desde el inicio, también intensa por los ataques sin manos del libertino, y de todos ellos se defendió o atacó cuando hizo falta, como en 'Or sai chi l'onore' , en la que se encontraba cómoda en los innumerables agudos, si bien en alguno que otro cayó en el grito, al igual que en 'Non mi dir' , sobre todo relacionado con las coloraturas. La Zerlina de Montserrat Seró , junto al Masetto de Yoshihiko Miyashita también se introdujeron en sus roles con un volumen reducido. Ella quizá sea tan alta como Monzó, y su voz fue cogiendo presencia junto a la de su 'esposo' Miyashita. Hay que reconocer que Antem es un don Juan que pide a gritos enfrentarse con él, así que uno por una cosa y otro por la otra, fueron agrandando sus voces. Hemos de decir que tienen un momento en la obra que da lugar a un aria, digamos que 'picarona', y nos referimos al 'Vedrai carino' : ella le promete que tiene un remedio para los golpes que le ha propinado don Juan, que no lo prepara ni el boticario, y que lo lleva encima. Cuando ella le dice 'toccami qua!', la didascalia especifica 'Hace que le toque el corazón': así que la cena se convierte en una orgía, don Juan y Leporello sustituyen las viandas por señoritas por toda comida, pero cuando Zerlina dice que la toca, señala su muñeca, como si quisiese que le tomase el pulso, y luego le indica el cuello. Finalmente, Seró le pone la mano en su corazón. Comprendemos que dependerá de la cantante, pero es mejor dejarlo claro. Por cierto, mucha dulzura de la soprano y 'resignación' del Masetto nipón. Por último, muy atractiva la voz del Don Octavio de Pablo Martínez , un tenor lírico también muy adecuado al personaje, y que suele coincidir con un volumen de voz moderado; de hecho, para cantar 'Dalla sua pace' se colocó en el proscenio, expresándole con gusto y mucha expresividad. Y Luis López fue un Comendador de registro diverso, ancho, oscuro, al que se le hubiera agradecido una mayor morbidez y alcanzar las notas graves de la ultratumba. El joven director mejicano Mariano García Valladares , que fue alumno de Iván López-Reynoso -director del primer reparto-, dirigió con brillantez al conjunto sevillano, y se le notaba el aprendizaje con su maestro ya que coincidía en esa espacialidad sonora, en ese entusiasmo que impelió a la ROSS. Tal vez algunos pequeños desajustes en algún que otro momento, pero respetó enteramente las voces y la orquesta en todo momento. Desde luego, el segundo reparto tuvo suficiente interés y calidad como parecer una merecida segunda asistencia.