'Mujeres en juntas directivas: avanzamos 10 puntos pero falta'

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En 2018, apenas el 15% de los puestos en juntas directivas del país estaban ocupados por mujeres. Hoy, esa cifra asciende al 25,6%. El avance es notorio, pero el objetivo de alcanzar el 30% —considerado el umbral mínimo de representatividad— aún está en construcción. La meta es acelerar y lograrlo en el 2028, no en el 2030 como se planteó en un comienzo. Mónica Contreras, reconocida ejecutiva y chair del Club del 30% en Colombia, explica los avances, desafíos y oportunidades de esta cruzada por la equidad en los órganos de decisión corporativa.A finales de noviembre, se realizará en Bogotá el evento "Club 30% Colombia ¿cómo vamos?", un encuentro de líderes empresariales para conocer los avances, retos y oportunidades en la inclusión de mujeres en juntas directivas y cargos directivos. ¿Qué es el Club del 30% y cómo surge esta iniciativa global?El Club del 30% nace en el Reino Unido como una iniciativa de un grupo de mujeres que eran CEO, expresidentas y miembros de juntas directivas, preocupadas por la baja participación femenina en los órganos de gobierno corporativo. Ellas entendieron que las compañías se benefician cuando incorporan miradas diversas: distintas experiencias, puntos de vista complementarios y formas de abordar los problemas que enriquecen las decisiones.El nombre proviene de un hallazgo: con menos del 30% de presencia femenina en una junta, las voces de las mujeres tienden a diluirse. Ese 30% se considera el mínimo crítico para lograr una participación real, no simbólica. Hoy el movimiento está presente en más de veinte países, y desde 2018 tiene capítulo en Colombia.LE PUEDE INTERESAR: La crisis no se ha superado: refuerzan medidas para suministro de gas en el paísMónica Contrera, chair del Club del 30% capítulo Colombia.Cortesía¿Cuál fue el punto de partida en Colombia y qué avances se han logrado?Cuando aterrizamos la iniciativa en el país, encontramos que apenas el 15% de los miembros de juntas directivas eran mujeres. Lo primero fue establecer una línea base clara: analizamos las empresas listadas en bolsa y fijamos la meta de llegar al 30%.Hoy, seis años después, cerramos con un 25,6% de participación femenina, lo que significa 10 puntos porcentuales de avance. Es un progreso importante, pero también evidencia el trabajo que falta para consolidar la diversidad en los niveles de decisión más altos.Detrás de ese crecimiento hay un esfuerzo integral: visibilizar el talento femenino, capacitar a más mujeres en gobierno corporativo y acompañar a las empresas que quieren transformar su cultura de liderazgo.​¿Cómo se están preparando a las mujeres para ocupar esos espacios?Entendimos que no bastaba con señalar la falta de mujeres en las juntas; había que fortalecer su preparación y su visibilidad. Por eso desarrollamos, junto con la Escuela de Gobierno del Cesa, un programa de formación en gobierno corporativo. Allí las participantes adquieren herramientas técnicas sobre estructura, responsabilidad fiduciaria y toma de decisiones estratégicas, lo que les permite llegar más sólidas a las mesas directivas.LE PODRÍA INTERESAR:¿Qué viene para Acerías PazdelRío tras acuerdo de reorganización?Hoy, el CESA y el Club del 30% cuentan con un banco de más de 350 hojas de vida de mujeres capacitadas y listas para asumir cargos en juntas, de las cuales 120 pertenecen al grupo Women in Connection (WIC).Además, para garantizar procesos objetivos, las hojas de vida que enviamos a las empresas son ciegas —sin nombres—. Solo después de la preselección se revelan los perfiles, lo que evita sesgos y conflictos de interés. ¿Qué tanto falta para alcanzar el 30% y cuáles son los principales desafíos?Nuestra meta formal es lograr el 30% en 2030, pero queremos acelerar el paso y ojalá alcanzarlo en 2028. Aun así, el reto es enorme, porque los avances no son homogéneos: hay grupos económicos que superan el 30%, pero otros ni siquiera tienen una mujer en sus juntas.También observamos que la mayoría de mujeres se ubican en suplencias, no en cargos principales con voz y voto. Es decir, hay presencia, pero no siempre incidencia. Por eso insistimos en que la participación sea efectiva, no decorativa.PODRÍA LEER: Mujeres emprendedoras: los obstáculos que dificultan el crecimiento de sus negociosOtro reto es romper estereotipos. Aún persiste la idea de que hay sectores “masculinos”, como infraestructura, energía o tecnología, donde no hay mujeres con el perfil necesario. Y no es cierto: las hay, con conocimiento técnico y experiencia.También debemos desmontar la noción de que para integrar una junta se debe haber sido CEO. Hoy hay líderes de nuevas industrias —desde transformación digital hasta inteligencia artificial— que aportan visiones indispensables y diferentes.​Colombia está lejos en equidad de género en las juntas directivas frente a países desarrollados.iStock¿Cómo está Colombia frente a otros países en materia de participación femenina?A nivel global, Reino Unido y Canadá ya superan el 35% de mujeres en juntas; Italia está cerca del 36%, e Irlanda en 30%. En América Latina, los avances son más lentos: México tiene 13%, Brasil 12% y Chile 9%, aunque este último acaba de aprobar una ley de cuotas que, sin duda, acelerará el cambio.Colombia, con su 25,6%, se mantiene por encima del promedio regional, pero aún lejos de los países líderes. Lo particular aquí es que no tenemos ley de cuotas para el sector privado; el impulso proviene de la autorregulación, la evidencia de los beneficios y la convicción empresarial de que la diversidad es una ventaja competitiva. ¿Qué evidencias existen sobre el impacto de tener más mujeres en las juntas directivas?Hay estudios sólidos, de consultoras como McKinsey y Deloitte, que demuestran que las empresas con mayor diversidad de género en sus juntas tienen mejores resultados financieros y reputacionales.La diversidad genera mejores discusiones estratégicas, reduce los riesgos de grupo y fortalece la sostenibilidad. Las mujeres suelen tener una aproximación más integral: piensan en los impactos de largo plazo, en la cultura organizacional y en la responsabilidad social.LE PODRÍA INTERESAR: Con la salida de Mónica de Greiff se enrarece el gobierno corporativo de EcopetrolPor eso, cuando una mujer actúa “como dueña” dentro de una junta, su sentido de compromiso y cercanía con la organización se traduce en mejores decisiones y, en muchos casos, en mayor eficiencia y productividad.Cuando las mujeres llegan a las juntas, no solo cambian las cifras: cambian las conversaciones, las prioridades y los resultados. ​Está en 25,6% la presencia de las mujeres en las juntas directivas del país.iStock¿Qué barreras culturales o estructurales siguen impidiendo el avance?Persisten estereotipos de género en los procesos de selección y en la percepción del liderazgo femenino. Todavía hay quienes creen que las mujeres no tienen suficiente experiencia técnica o disponibilidad, especialmente en sectores tradicionalmente masculinos.También enfrentamos una barrera interna, que es la falta de redes y mentorías entre mujeres. Yo siempre digo que las mujeres que ya estamos en juntas debemos abrir camino a otras: apoyar, recomendar y dar visibilidad a las oportunidades. No se trata de competir, sino de demostrar que hay espacio para todas.Finalmente, falta que más empresas entiendan el valor tangible de la diversidad. No es un tema de corrección política, sino de competitividad. Las organizaciones que integran mujeres en sus órganos de decisión ganan en reputación, innovación y sostenibilidad.¿Qué pasos vienen para acelerar el cierre de la brecha?Vamos a continuar fortaleciendo el diálogo con el sector privado, compartiendo datos y buenas prácticas, y reconociendo a las empresas que ya superaron el 30%. En noviembre haremos un nuevo corte de cuentas para mostrar avances y definir rutas de acción conjuntas.Nuestro enfoque seguirá siendo el mismo: formación, visibilidad y sensibilización. Pero el mensaje es claro: no basta con que las mujeres estén presentes, deben tener incidencia real. Hay que asegurar que  tengan voz y voto.CONSTANZA GÓMEZ GUASCA REDACCIÓN DE ECONOMÍA Y NEGOCIOS