A quienes han mirado a la cara al cáncer de mama, les repatea todo lo que se está viviendo en Andalucía en las últimas semanas. Los fallos en el programa de cribado, los reproches, el y tú más, los discursos vacíos, la falta de explicaciones, o las explicaciones a medias. Porque han pasado por un proceso duro, muy duro, y saben lo que es pasarlo mal esperando un diagnóstico, o durante el tratamiento, y también después. A Carlota Tormes le diagnosticaron cáncer de mama poco después de haber empezado a trabajar. Aprovechó la pandemia para estudiar un ciclo superior de Óptica —"había tenido muchos trabajos y había aprendido muchas cosas, pero no era maestra de nada"—, y estaba contratada por la empresa donde hizo las prácticas.Pero acudió a la cita de la mamografía rutinaria de los 50 años, a los tres días la llamaron, y la citaron para la semana siguiente. Le vieron tres tumores. Le hicieron una biopsia, y dos meses después estaba en quirófano. Para entonces, "mi pecho era una feria: de tres tumores pasé a 20, y de no tener ningún ganglio afectado, a tenerme que quitar cinco".[articles:343592]Luego vinieron la quimioterapia, la radioterapia... "Durante el tratamiento tuve que estar ingresada, aislada en el hospital, por una bajada de defensas que me inflamó la garganta. Me ahogaba, no podía comer ni beber. Es una cosa traumática", recuerda. "Intentas ser fuerte, pero tienes que llorar. Se llora mucho. Y una se enfada muchísimo. Entras en un bucle horrible", agrega.Carlota Tormes, paciente de cáncer de mama. REYNAPor eso estos días se la llevan los demonios cuando conoce detalles de la crisis del cribado de cáncer de mama. Una crisis que se ha llevado por delante a la consejera de Salud y Consumo, Rocío Hernández, y que ha impulsado un plan de choque de la Junta para atajar un problema que las asociaciones de mujeres dicen que conocía desde hace, al menos, año y medio.[articles:343249]"La ansiedad te entra por las noches, cuando te tienes que tomar las pastillas de las hormonas, porque el mío era de origen hormonal", dice Carlota Tormes, en referencia a las palabras del presidente Juanma Moreno, que aseguró que cuando hay resultados dudosos no se informa a las pacientes para no generarles ansiedad."Durante el tratamiento tuve que estar ingresada, aislada en el hospital. Me ahogaba, no podía comer ni beber. Es una cosa traumática"Ahora está esperando que le reconstruyan el pecho que le extirparon. "Se suponía que iba a salir con el pecho reconstruido, pero fue imposible, porque los tumores estaban muy cerca de la piel, del sistema nervioso y del sistema circulatorio, era un riesgo enorme". Está en lista de espera, se supone que para noviembre la llaman, porque terminó la radioterapia en enero."Pero han quitado los quirófanos de cirugía plástica y no se han recuperado. La lista de espera ha pasado de seis meses a tres años", comenta Tormes, que si no la citan, pondrá reclamaciones al SAS. Ya lo advierte. "El miedo que se pasa solo lo sabe quien lo vive"Esta crisis del cribado, aunque no sea una afectada, la está viviendo "con una ansiedad tremenda, porque me estoy imaginando con el miedo que se pasa. Eso solo lo sabe la persona que lo vive y su familia". Pero hasta tuvo fuerzas para montar una chirigota callejera, llamada ¿Quimio están ustedes?, con otras mujeres con cáncer, que "sirvió de terapia, por lo menos para reírnos un poquito del tema", dice Tormes. Carlota Tormes, posando tras la entrevista con lavozdelsur.es. REYNA Ahora Carlota ve el futuro con otros ojos. De iniciar su carrera laboral en una empresa, a estar de baja y tener dudas sobre si podrá volver a trabajar. "¿Qué empresa me va a contratar si me quedan dos operaciones por delante? Y no solo eso: tienes inseguridades, reacciones que antes no tenías. Yo siempre he sido intensa, pero ahora cualquier cosa me altera, me pone nerviosa. Esto no se entiende, por mucho que tú quieras explicarlo", sostiene. Más de 6.000 nuevos casos en Andalucía cada añoCada año, más de 6.000 mujeres andaluzas reciben la noticia: "Tiene usted cáncer de mama". Ocho de cada diez logran superarlo, según datos de la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM). En todo el país se detectan más de 36.000 nuevos casos anuales. El de mama representa casi el 29% de los cánceres diagnosticados en mujeres, como cifra el Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer. Este tipo de cáncer es la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres, aunque la mortalidad está en descenso gracias a los programas de screening que permiten realizar una detección precoz y a las mejoras en los tratamientos.En el caso andaluz, lo que han fallado han sido los protocolos. La comunicación de los diagnósticos y la puesta en marcha de los tratamientos. Aquí, cada minuto cuenta. De ahí que la Junta ande inmersa en anunciar medidas para frenar esta crisis.[articles:343671]Son doce millones de euros, de un plan de choque, destinados a contratar a 119 profesionales sanitarios —65 radiólogos, 20 enfermeras, 18 técnicos especialistas en radiodiagnóstico y 16 TCAE— para reforzar las unidades de detección de cáncer de mama.Y otros 3,7 millones para implantar Inteligencia Artificial (IA) en los exámenes y diagnósticos vinculados al cáncer, extendiendo a toda la comunidad un proyecto piloto puesto en marcha en Córdoba.Isabel García, ir a quimioterapia mientras 'preside' una barriada ruralCuando Isabel García supo que tenía de cáncer de mama, en 2009, estaba a punto de dar el salto a la política ultralocal. Se presentó como candidata a delegada de Alcaldía de la barriada rural de El Portal, de Jerez, y ganó. "Me dijo el médico que me iba a venir bien, porque iba a tener la mente muy distraída", comenta ahora, muchos años después. Ese mismo invierno, muchos vecinos de El Portal sufrieron los efectos de las inundaciones provocadas por el desbordamiento del río Guadalete, que pasa muy cerca.Isabel García fue delegada de Alcaldía de El Portal mientras se sometía a sesiones de quimioterapia. MANU GARCÍAY allí estaba Isabel, "cuando no tenía ni un pelo", una vez empezadas ya las sesiones de quimioterapia, ayudando a sus vecinos, llevando alimentos o lo que necesitaran. "Cuanto más me pasaba, más fuerzas sacaba", recuerda Isabel García.A García le dieron el diagnóstico delante de su marido. Ella se notó "un bultito", pero pensaba que sería un quiste. Cuando les dijeron que era cáncer de mama, su marido se puso "blanco, y se tuvo que sentar, se desmayaba". Ella lo abanicó, le dio ánimos. Y esa noche, en casa, cuando estaba sola, lloró a mares. "Lloraba a escondidas, para no poner más triste a mi familia"."Lloraba a escondidas, para no poner más triste a mi familia"En ese momento, le estaba dando el pecho a su hijo de tres años. Tenía otro mayor, de cinco. Por ellos rogó que la operaran lo antes posible, pero la lista de espera era "muy larga". Así que su entorno asociativo —siempre estuvo ligada a Ampas y diversas asociaciones— la animaron a buscar una clínica privada. "Tú búscala, que ya encontraremos el dinero", le dijeron.Así lo hicieron. Encontró una clínica en Arcos de la Frontera, que le dio cita para la operación en pocos días. Varias asociaciones organizaron un evento con carácter solidario, para reunir fondos para la intervención de Isabel. "Fue algo precioso, muy solidario", dice.Pero hace un año, le detectaron que una célula cancerígena se había filtrado al pulmón. Tiene metástasis. "Pero yo sigo palante", comenta resuelta Isabel García, que sigue un tratamiento de quimioterapia oral, a base de pastillas.Pero sigue implicada en el movimiento asociativo, ahora en la asociación de mujeres Elisa Espejo de El Portal. Hacen talleres, excursiones, y se desahogan contándose unas a otras sus problemas. Isabel García, tras la entrevista con este periódico. MANU GARCÍA Casi al final de la conversación, comenta que el cáncer de mama, después de todo, le trajo algo bueno: a su hija pequeña. "Me encontraba mal y fui al hospital. Cuando me dijeron que estaba embarazada de seis meses no me lo creía... ¡pero si yo pensaba que me habían quemado las trompas con la radioterapia! Todo el mundo decía que era un milagro". Sobre la polémica en torno a los fallos en el cribado de cáncer de mama, solo tiene una reflexión: "Esto te hace dejar de creer en la política".Olga Piña García, afrontar un cáncer de mama metastásico antes de los 40Olga Piña García es paciente de cáncer de mama metastásico. En enero de 2020 le dieron la noticia, apenas 20 días después se estaba operando. Le hicieron una mastectomía radical, y empezó el tratamiento. Al principio sintió "alivio" por saber qué tenía, el "miedo atroz" llegó luego.Ese tratamiento se modificó cuando llegaron los resultados de unas pruebas complementarias que le hicieron estando ingresada en Oncología —un TAC y una gammagrafía—. En esas pruebas le detectaron metástasis en el pulmón y metástasis óseas en varios puntos del cuerpo. Olga Piña, paciente de cáncer de mama metastásico. MANU GARCÍA"Me dio tiempo a darme solo una sesión de quimioterapia, luego me cambiaron el tratamiento y ha sido muy efectivo, porque estoy exactamente igual que al principio: las metástasis pulmonares desaparecieron y mi enfermedad está estabilizada", cuenta Olga.Tenía 39 años y trabajaba como maestra. En su cabeza estaba pasar por el proceso, operarse, y regresar a su puesto. Pero nunca más volvió. Le concedieron la incapacidad absoluta con 42 años. "Yo reclamé, quería que me viera un tribunal, pero no fue posible", comenta."No puedes dejar que el miedo te invada ni te anule, pero siempre te acompaña""Estoy bien en cuanto a la enfermedad, pero esto te cambia la vida por completo, ya nunca vuelves a ser la misma. Hay muchos factores que se transforman: laborales, físicos, mentales, psicológicos…", relata Olga, quien cuenta que "te lo venden como si fuera un trámite: haces tu tratamiento y vuelves a tu vida anterior, pero eso no es así en ningún caso".La enfermedad está "estable" —"sigo bien, y espero continuar así mucho tiempo"—, pero sabe que en cualquier momento pueden llegar malas noticias. Cada tres meses tiene revisión. Para ella, es vivir "a base prórrogas, cada vez que la paso son tres meses más"."No puedes dejar que el miedo te invada ni te anule, pero siempre te acompaña", asegura Olga Piña García, quien sabe que la esperanza de vida para pacientes como ella es reducida. Aunque se están dando avances significativos en los últimos años. A los cinco años del diagnóstico, la supervivencia de estas pacientes casi se ha doblado en los últimos 20 años —pasando del 20% al 38%—, según datos del Institut Català d’Oncologia (ICO). Olga Piña, tras la entrevista con este periódico. MANU GARCÍA"Los tratamientos han cambiado mucho. La intención ahora es que te conviertas en una enferma crónica, pero el miedo siempre está. Los momentos de las pruebas son horribles, la espera de los resultados es horrible... Todo lo que conlleva una enfermedad así es durísimo", cuenta.Ahora su vida es otra completamente diferente. "No solo porque no trabajo, sino por mi forma de ver la vida. Pero no me gusta eso de dulcificar la experiencia o decir que ahora hay que aprovechar la vida. A veces se idealiza todo esto. Yo sigo teniendo mis conflictos, mis enfados, mis días malos. De hecho, ahora hay cosas que antes no me molestaban y que me enfadan muchísimo más", relata.En este proceso, de tantos cambios físicos, mentales y emocionales, "necesitas un apoyo social importante y también cuidar tu cuerpo: practicar deporte, cuidar la alimentación, eliminar tóxicos, tener una fisioterapeuta de suelo pélvico porque la medicación te provoca la menopausia...", detalla. "Hay una inversión económica y de tiempo enorme solo para poder estar bien, que nunca es volver a estar como antes, sino estar lo mejor posible dentro de lo que se puede", señala Olga Piña, quien añade: "Todo eso lo tienes que pagar tú".La polémica de la crisis del cribado la sigue con pena. "Sufro mucho al pensar en cómo estarán viviendo esto las mujeres que han pasado por un cáncer de mama, porque sé lo que es esperar una prueba, tener miedo, enfrentarte a la incertidumbre… y me parece atroz".Ella es de las que piensa que "tenemos un sistema sanitario que ha sido la envidia de muchos países, con un personal magnífico, pero gestionado de una manera terrible". Y lanza una última reflexión: "El cáncer de mama no es rosa, es un marrón muy gordo". Por eso critica el pinkwashing, es decir, el lavado rosa de quienes aprovechan la causa para sus intereses: "Lo que hay detrás de ese color son vidas reales, duras, con mucho sufrimiento y también con mucha dignidad".