Mudarse a otro país nunca es una tarea sencilla. Adaptarse a una nueva cultura, entender los códigos sociales y encontrar un lugar propio dentro de una sociedad diferente puede ser un desafío profundo. Sin embargo, más allá del idioma o las costumbres, existe un obstáculo que muchas veces pasa desapercibido: el aspecto físico . En algunos lugares, no parecer 'de allí' puede convertir lo cotidiano en una fuente constante de incomodidad. Es lo que le ocurre a Kaito Nihongo, un joven mitad japonés y mitad español que ha decidido contar en TikTok los problemas a los que se enfrenta por ser 'hafu' , una palabra japonesa que designa a las personas mestizas . «Hola, soy Kaito y soy mitad japonés y mitad español, y hoy les voy a contar tres problemas de ser hafu, o mestizo en japonés», comienza relatando el joven mestizo. A partir de ahí, va desgranando con ejemplos cómo la apariencia se convierte en un filtro que condiciona el trato que recibe a diario . «El primero de todos es básicamente porque no me veo como un japonés: me traen el menú en inglés, y yo ni siquiera sé hablar inglés», cuenta, dejando claro que la barrera no está en el idioma, sino en la percepción que los demás tienen de él. 'No encaja' con la imagen tradicional del ciudadano japonés y, por eso, automáticamente lo colocan en la categoría de extranjero . Pero los malentendidos no terminan ahí. El creador de contenido explica que cuando entra en un restaurante o una tienda y se dirige al personal en japonés , la reacción suele ser siempre la misma: de sorpresa . «Cuando empiezo a hablar en mi idioma me dicen que sé hablar muy bien japonés», relata, antes de añadir con cierta ironía: «Tío, que es mi idioma nativo. En plan, normal que sepa hablarlo». El tercer punto de su experiencia es quizá el más simbólico. «Y como punto final me ponen motes como 'el español' o 'el gaijin', que significa el extranjero». Y remata: «Me tienen que poner un nombre. Soy especial aquí, me tienen que diferenciar de alguna forma». Para muchos mestizos nacidos y criados en Japón , el reto no es integrarse en una cultura ajena , sino que esa cultura los reconozca como parte de ella. No importa si dominan el idioma, las costumbres o las normas sociales: su apariencia puede bastar para situarlos en un limbo identitario . El caso de Kaito ilustra esa paradoja. Aunque se siente plenamente japonés, su entorno lo percibe como extranjero. El hecho de que le hablen en inglés o lo feliciten por hablar bien en japonés no es solo una anécdota divertida, sino el reflejo de un sesgo cultural que asocia la identidad nacional a rasgos físicos concretos . Y aunque él aborda estas experiencias con humor, detrás de cada situación hay una realidad compartida por miles de personas en todo el mundo: la de no encajar del todo ni en un lado ni en el otro .