La idea de que la historia avanza en una línea ascendente y continua es una de las percepciones más difundidas sobre el progreso tecnológico. Sin embargo, basta con rascar un poco en el pasado para descubrir que muchos avances se han extraviado, olvidado o incluso suprimido. En lugar de una autopista sin desvíos, la tecnología parece avanzar como un sendero con bifurcaciones, retrocesos y caminos bloqueados. El fenómeno de las tecnologías perdidas pone en cuestión la narrativa lineal del progreso y revela que el conocimiento humano es tan frágil como poderoso.Cómo se pierde el conocimiento: modelos y mecanismosUno de los conceptos fundamentales para entender la pérdida de tecnologías es el de «path dependence». Este modelo, surgido en la economía evolutiva, indica que las decisiones tecnológicas pasadas condicionan fuertemente las opciones futuras. Como si el camino tomado fuera tan profundo que salir de él resultara costoso o inviable. En este contexto, muchas veces se abandonan soluciones potencialmente más eficientes simplemente porque la infraestructura, la capacitación y el mercado ya están alineados con otras opciones. Es lo que ocurre con el caso clásico del teclado QWERTY, cuyo diseño no es el más ergonómico, pero ha quedado fijado por la historia.Otro mecanismo importante es el de la pérdida por conflictos y guerras. Cuando un imperio cae, no solo desaparece su organización política, sino también buena parte de su infraestructura tecnológica y del saber acumulado. Un caso paradigmático es el del hormigón romano. Durante siglos, los constructores del Imperio utilizaron una mezcla que, según estudios modernos, era más resistente que el hormigón actual. Tras la caída de Roma, ese conocimiento se diluyó y no fue redescubierto hasta mucho tiempo después.Las estructuras monopolísticas también pueden sofocar la innovación. Algunas tecnologías se pierden o se mantienen en secreto por intereses comerciales. Cuando una empresa o grupo controla el acceso a determinada innovación, puede decidir no desarrollarla si entra en conflicto con sus intereses económicos. En el siglo XX, por ejemplo, se especula que compañías petroleras limitaron la difusión de tecnologías de baterías avanzadas para vehículos eléctricos. Aunque algunas teorías rozan lo conspirativo, es evidente que las dinámicas del mercado pueden desincentivar ciertos desarrollos tecnológicos si el retorno económico no es inmediato o claro.En otros casos, el conocimiento se oculta deliberadamente bajo secretos gremiales o corporativos. Durante la Edad Media, muchos oficios estaban organizados en gremios que controlaban con rigidez el acceso a la información técnica. Un maestro herrero o un vidriero podía poseer una técnica única que transmitía solo a aprendices seleccionados. Si una generación fallaba en preservar ese traspaso, el conocimiento se extinguía. Este modelo también se refleja en las patentes modernas, donde la protección legal puede transformarse en una barrera que impide la diseminación de ciertas tecnologías.Por último, existe una lógica de coste-beneficio que puede condenar al olvido a muchas innovaciones. Si el mantenimiento, reproducción o aplicación de una tecnología resulta demasiado costoso en comparación con sus beneficios inmediatos, simplemente deja de usarse. Es el caso de ciertos sistemas de irrigación precolombinos, altamente eficientes pero abandonados al no encajar en el modelo agrario impuesto durante la colonización.Ejemplos históricos de tecnologías extraviadasUno de los ejemplos más comentados es el del fuego griego, un compuesto incendiario utilizado por el Imperio Bizantino en batallas navales. Su fórmula exacta se perdió y hasta hoy no ha sido completamente reproducida, a pesar de que se han hecho múltiples intentos.La mecanización del telar en la India es otro caso notable. En algunas regiones, los artesanos desarrollaron máquinas de tejer de gran eficiencia, pero el dominio británico y la introducción de textiles industriales importados desde Inglaterra provocaron el desuso y eventual desaparición de esas tecnologías locales.Otro ejemplo es el de los astrolabios islámicos, instrumentos complejos para la navegación y la astronomía que superaban a muchos de sus equivalentes europeos. Aunque algunos ejemplares sobreviven en museos, buena parte de las técnicas de fabricación y uso se desvanecieron con la decadencia de ciertos centros de conocimiento en el mundo islámico medieval.Incluso el conocimiento arquitectónico de culturas premodernas ofrece pistas sobre tecnologías olvidadas. Las estructuras de Machu Picchu o las ciudades mayas presentan niveles de adaptación climática y eficiencia que muchos sistemas actuales no igualan, pero cuyos principios de diseño se han perdido o ignorado en la arquitectura moderna.Retención, resiliencia y redescubrimientoAunque se han perdido muchas tecnologías, otras han mostrado una notable capacidad de persistencia incluso tras el colapso de civilizaciones. En algunos casos, el conocimiento sobrevivió gracias a su transcripción en manuscritos, su integración en prácticas cotidianas o su migración a otras regiones. Un ejemplo de esto es la transmisión de conocimientos griegos y romanos a través del mundo islámico durante la Edad Media, que luego retornaron a Europa durante el Renacimiento.Esta resiliencia del conocimiento también puede observarse en ciertas tecnologías populares que sobreviven en el uso doméstico o artesanal, aunque el mundo industrial las haya descartado. Esas tecnologías menores, que no figuran en los libros de historia, pueden ser esenciales para comunidades que viven al margen del sistema económico dominante.Por otra parte, el redescubrimiento de tecnologías antiguas suele darse por azar o curiosidad. Investigadores que estudian documentos antiguos, arqueólogos que interpretan restos materiales o incluso comunidades que conservan saberes tradicionales han permitido recuperar parte de ese acervo extraviado. En este sentido, la historia no está escrita en piedra, sino en papel reciclado.Un progreso no tan progresivoLa idea de que el conocimiento siempre avanza y se acumula puede ser reconfortante, pero es también una ilusión. La historia está llena de discontinuidades, olvidos intencionados o involuntarios y decisiones que, aunque racionales en su momento, cerraron puertas a otros futuros posibles. Las tecnologías perdidas nos recuerdan que la innovación no es un torrente constante, sino una corriente con remolinos, bifurcaciones y tramos secos.Comprender los mecanismos de pérdida y retención del conocimiento es clave para diseñar una cultura de la innovación más consciente, diversa y resiliente. Una cultura que no solo mire hacia el futuro, sino que valore y rescate los saberes del pasado.La noticia Tecnologías perdidas: cuando el progreso no sigue una línea recta fue publicada originalmente en Wwwhatsnew.com por Natalia Polo.