«No te aguanto más»; «siempre igual, ¿por qué no puedes hacer caso, estás sordo?»; «si sigues así, te quedas sin tablet»... Son el tipo de frases que, según Lee Lima, más conocida como @Babytribu en instagram , «se dicen cuando un padre siente que nada funciona y acaba perdiendo la paciencia porque sientes que has probado de todo, pero terminas gritando o castigado». Para esas familias que quieran dar su mejor versión pero gritan, y quieren criar con más calma, respeto y menos culpa, es su último libro: 'Hijos educados en la crianza positiva' (RBA) . «Se trata de una brújula, con herramientas claras y ejemplos reales para todos aquellos que tienen las ganas infinitas de hacerlo mejor», remarca Lima. Más de 157.000 seguidores en redes sociales avalan su método, gracias al cual muchos hogares han logrado ya un ambiente familiar más positivo , armonioso y dialogante. Hay mucha confusión en relación a la crianza positiva, lo que es y lo que no. Para quienes no están familiarizados, ¿cómo definirías este método de crianza? Efectivamente, a menudo confunden la disciplina positiva con una crianza permisiva. Lo cierto es que la crianza que se usaba hace 30 años, la común, era autoritaria, más jerarquizada, con relaciones verticales pero, a día de hoy, para los retos actuales, hay muchos padres que están intentando aplicar modelos diferentes y prueban, se informan… En las bases de la disciplina positiva lo primero que tenemos que tener en cuenta son las relaciones horizontales: vamos a escuchar al niño, a diferencia de antes que 'las cosas eran así y punto'. Hay cosas que se negocian, y cosas que no. No se negocia lo que es salud, seguridad, aunque el niño no quiera. Sin embargo hay otras cosas que, como la crianza se basa en la convivencia, se pueden preguntar, muchísimas. Eso no significa que el niño tenga la última palabra, sino que tenga participación, porque eso le da pertenencia. Las familias que se acercan buscando un estilo de crianza distinto son conscientes de que esa crianza con castigos, premios… funciona al momento. Pero cuando castigan y hacen sentir mal al niño, confiesan sentirse fatal: «otra vez he gritado», «esto no me gusta»… Aparece la culpa, y ese querer y hacerlo distinto… Y se van al extremo: «Ahora voy a dejarlo que participe y opine en todo… se van al otro lado. Se pueden aplicar muchos recursos. Es como una caja de herramientas, la puedes tener llena o solo con tres, que suelen ser el premio, el castigo y el chantaje. Pueden funcionar pero hay herramientas mucho más fáciles, modernas y eficaces. Porque un niño no necesita ser gritado para aprender, no necesita ser castigado para cooperar, ni sentirse un problema para mejorar su comportamiento. A los seres humanos, por naturaleza, nos gusta vivir en un ambiente social agradable. Nos gustan las relaciones con amor, y la crianza autoritaria genera mucho más conflictos. Es ajustar realmente. ¿Qué estrategias prácticas recomiendan para padres que quieren comenzar a aplicar la crianza positiva en casa? El punto de partida es preguntarte: ¿Cómo quieres que te recuerden? ¿Cómo una persona que estuvo regañando constantemente o como una persona que escuchó y estuvo ayudando a resolver cosas? Nadie dice que quería estar gritando constantemente. Lo que suelen contestar: es: «Quiero que me recuerden como una padre al le podían preguntar y le podían pedir ayuda». Pero para eso, el factor miedo no puede ser el primero que esté presente porque el ser humano, si está en modo alerta constante, va a estar buscando otras opciones. Ese sería el primer punto de enganche. Otro punto importante para muchas familias es el hecho de que quieren hacer una crianza distinta. He tenido alumnas que decían: «Estaba esperando a los 18 años para irme de casa, porque estaba como en una cárcel cumpliendo una condena. Hubo demasiado autoritarismo en casa. Quiero hacerlo distinto a como lo hicieron conmigo». Eso es evolución. Muchas familias se quejan de que el sistema les pone muy contra las cuerdas a cuestión de tiempos, gestión emocional... Hay algo muy triste en esto. Muchos padres no lo hacen mejor no porque no quieran, sino porque no disponen del tiempo que merece para dedicárselo a los niños. No disponen del tiempo para jugar, para responder esas maravillosas preguntas del 'por qué' que la propia etapa de desarrollo pide ... .La diferencia con alguien que tenga otro más tiempo es grande, porque ha podido criar desde casa o no tuvo que trabajar y tuvo más tiempo para acompañar y cuidar. Pero que un miembro de la pareja no trabaje no es viable y a lo mejor tampoco deseable para muchas familias. ¿Cuál sería su recomendación? Hay que hacer una lista de prioridades. Se puede criar con disciplina positiva en el siglo XXI, no solo va a criar así la madre que no trabaja, también se puede hacer en los tiempos modernos. Lo que sugiero es que los pocos tiempos que compartimos sean de calidad. Incluso si solo tenemos un minuto, podemos reírnos un rato y los niños nos lo ponen muy fácil. Basta, por ejemplo, con que imites una voz de su personaje favorito. A día de hoy los adultos estamos muy serios, y la seriedad con la infancia no calza bien. Es decir, serios para lo que se necesita sí pero todo el tiempo no. Lo comentaba el otro día. Ponte que estás con tu hijo una o dos horas a lo largo del día. ¿Qué pasa si esas dos horas son todo tiempos directivos: «Recoge aquí», «pon allá»... Es un tiempo dónde sólo se hace coordinación y así la convivencia se vuelve muy rígida. En estos casos, recomiendo buscar momentos de alivio. De esas dos horas, un rato vamos a intentar hablar de cosas ligeras, de como está el tiempo, cosas que no sean directivas, tipo «guarda esto», «ponte con los deberes»... Aunque sea un ratito, los niños tienen que jugar al menos 15 minutos con sus padres. Eso alimenta muchísimo. Por contra, si no miramos al niño en edades tempranas, este va a decir: 'Hola, estoy aquí', pero claro, con malas conductas. 'Estoy aquí, aunque sea, regáñame». Esa pertenencia de la que hablaba, es súper importante dentro de la crianza positiva. El niño o la niña van a hacer lo necesario para pertenecer, ya sea por las buenas o por las malas, tengo que ser visto. Si se siente bien, que es importante, todos contentos… Otro punto importante en la crianza positiva es el diálogo. Esto a la gente le rechina si está inmersa en el autoritarismo. Si los padres estamos estresados y cometemos muchos errores pero hay un diálogo abierto en casa, del tipo: «hoy no me encuentro bien», «estoy nerviosa», «enferma» o «cansada…». Somos padres y madres 24/7, y dentro de ese diálogo en el que hablamos poco a poco también educamos en eso: «Hoy no estoy en mi mejor versión, perdóname si te he gritado…». El diálogo es importante para poner en común puntos de vista intereses y necesidades. El diálogo te permite, con un niño con lenguaje desarrollado, entender en profundidad lo que le puede estar pasando. Porque muchas veces las malas conductas son la punta del iceberg y nos quedamos con eso… Diría que casi en el 99 por ciento de las veces. Pocas veces nos tomamos ese tiempo para reflexionar sobre esto y nos preguntamos: «¿por qué se está portando así?» Lo que ocurre es que los adultos muchas veces reaccionamos. Y cuando reaccionamos no pensamos. Nos sale el grito o juzgamos. Pero cuando tienes el tiempo de pensar o te acuerdas y piensas en cómo reaccionar, la situación muchas veces cambia. A veces es que, sencillamente, estamos fuera de hora, y de sitio, y el pequeño tiene hambre, o sueño… Pero los adultos no lo relacionamos con eso. En efecto. O estamos en un lugar con muchos estímulos, o tiene hambre, quiere jugar y no está jugando… La disciplina positiva te permite ampliar los escenarios y a lo mejor no te puedes marchar de donde estás, pero sí actuar desde otro lugar. No es lo mismo decir: «qué pesado» o «qué intenso» que detenernos a pensar y hacer una pregunta abierta: «Cariño, entiendo cómo estás, ¿por qué estás nervioso?» o un sencillo ¿tienes hambre? Esto último es un básico y es el motivo a veces de malos humores, de rebeldías…. Decir: «Entiendo que estás cansado», o «entiendo que querías estar jugando en casa, luego jugamos…» Es una forma de conectar. No se cambia desde el: «me tengo que ir corriendo porque al niño le da la gana». sino que se cambia el enfoque. Eso no sucede de un día a otro día. No es fácíl pero cuando lo practicas muchas veces, ocurre. ¿Eso funciona igual con adolescentes? Yo tengo dos adolescentes en casa, y no dejan de ser adolescentes. Pero ahora ellas, cuando me ven nerviosa, o doy una mala respuesta, me preguntan: ¿qué te pasa…? ¿Qué te ocurre? Sería interesante apuntar que la crianza positiva es más humanizada. Contamos con que nos vamos a equivocar, pero intentamos entender el lado humano de todo lo que está ocurriendo. Los padres de hoy, ¿no tienen paciencia? Aquí volvemos al autocuidado. En mis sesiones hago un ejercicio muy interesante que es preguntar: Del 1 al 10, ¿cuánto cuidas tú de los demás? Todas responden: un 11. Después pregunto: Del 1 al 10: ¿cuánto te cuidas a ti? Un 6 no va mal, un 3, un 1… Si tú no te cuidas no puedes cuidar a los demás. Las cuentas no dan. Y vas a esta muy reactiva. Si te cuidas más de un 5 o un 8, vas a estar con más paciencia, más escucha, vas a entender mejor las cosas… Tenemos que cuidarnos, que querernos. Sin culpas. ¿Qué es lo más difícil de dejar atrás cuando tomas el camino de la crianza positiva? Vamos a partir del punto, dentro de la crianza positiva, de que lo más difícil o dejar de lado o evitar son los gritos… Gritar sale muy en automático, casi ni lo piensas, para dejar de gritar hay que entrenar mucho y tarda. Pero también le digo a las familias que no es lo mismo que tú grites cinco veces al día, a que grites dos o grites una. Estamos mejorando. Si gritas menos es mejor. Porque, ¿qué pasa con el cerebro del niño cuando recibe gritos? Lo primero es que se siente amenazado y se pone en modo alerta, tanto al cerebro como al sistema nervioso, lo cual puede traer consecuencias tremendas. Es como si el niño absorbiera la energía del grito. O como si hubiera un torbellino en tu ciudad. Estarías constantemente en estado de alerta, lo cual no es bueno ni para la salud, ni para nada. El otro punto es que aprenden a relacionarse en el futuro. La casa es la escuela emocional, el laboratorio. Y si solo aprendo a relacionarme con gritos es muy probable que en el futuro reacciones así de adulto porque es lo que has aprendido. Te sale solo, vas a gritar también. Y también es probable que, por otra parte, te busques una pareja que tenga este modus operandi, y esto es delicadísimo…