Gracias, Pedro

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Pocas veces un aplauso fue tan puro y brotaba de un agradecimiento tan sincero como el que recibió antes de ayer junto al Arco el hombre que ha devuelto a Sevilla, en pleno tiempo de Adviento, los ojos de la Esperanza. En sus manos, como él mismo confiesa hoy en estas páginas, recayó la encomienda —póngale usted, querido lector, el adjetivo que más se acerque a la dificultad del reto— de cerrar la herida abierta una mañana de junio por una fallida intervención de la que mucho se ha hablado, a pesar de que le falta un último capítulo. No era una restauración al uso, era la rehabilitación de una devoción. Las horas antes de que la ciudad saliera al... Ver Más