Según cálculos del NIST, un reloj en Marte adelantaría cientos de microsegundos al día, y esa diferencia ni siquiera es estable: la órbita excéntrica del planeta puede deformarla casi al doble. Lo que parece un detalle técnico es, en realidad, un desafío crítico para cualquier intento de navegación o sincronización interplanetaria.