China reforestó millones de hectáreas para frenar la desertificación y mejorar el ambiente. El éxito fue enorme, pero también trajo efectos inesperados: estudios recientes indican que la expansión forestal modificó el ciclo hidrológico del país al aumentar el consumo de agua de los bosques jóvenes. Un caso que obliga a replantear estrategias de restauración ecológica a gran escala.