Entre los ingredientes de la receta de la vida, como el carbono, el hidrógeno o el oxígeno, los más abundantes, el nitrógeno el fosforo o el potasio, hay uno, para algunos, el séptimo de los macronutrientes, tan esencial en la cocina como en la naturaleza: el sodio (símbolo Na). Es escaso, apenas representa el 3% de la corteza terrestre, y la inmensa mayoría no es bioasimilable. En grandes cantidades lo mata todo, como buscaron hacer los romanos con Cartago cubriéndola de sal. Pero su papel desconcierta a los científicos: estando casi ausente de las plantas, los herbívoros (y el resto de animales tras ellos) morirían sin la pizca de un elemento que necesitan para su metabolismo y fisiología celular. Ahora, un mapa del sodio de África muestra que allí donde hay mayor disponibilidad, es donde prosperan los grandes animales, como jirafas, rinocerontes o elefantes. Y donde escasea, escasean ellos. Seguir leyendo