En los rincones más húmedos y apartados de los bosques, cuando cae la noche ocurre una escena digna de ciencia ficción: hongos que emiten luz propia, dibujando destellos verdes y azulados sobre troncos caídos y suelos cubiertos de hojarasca. No es magia ni fantasía: es bioluminiscencia, un fenómeno real que la ciencia apenas empieza a descifrar y que podría transformar desde la iluminación sostenible hasta la medicina.