La jornada nos ha deparado el triunfo de Zohran Mamdani en las elecciones a la alcaldía de Nueva York, por delante de alguien que, como está mandado, tiene un apellido italiano, Andrew Cuomo. Es curioso el realce que se le ha dado a la gran victoria (50% de los votos) todo hay que decirlo, de Mamdani –que además es musulmán, joven y del DSA, Socialistas Democráticos de América– cuando en condiciones normales, muy pocos podrían decir el nombre del alcalde saliente (vale, es Eric Adams, este cronista sabía cómo era pero, por supuesto, ni idea del nombre) y, si acaso, dos o tres alcaldes históricos que, ninguno de ellos, llegó, ni de lejos, a ser presidente de Estados Unidos. No es broma lo de recordar solo alcaldes de origen italiano: ahí están Rudolph Giuliani, peso pesado de la políticia de Estados Unidos en los últimos cuarenta años, o Fiorello La Guardia –sí, el que da nombre al 'otro' aeropuerto de NYC–, alcalde muy de novela en su lucha contra la mafia...Pero queríamos hablar de la importancia que se le está dando a la elección de Mamdani, evidentemente como un contrapunto de Donald Trump y sus políticas, una palanca que ha utilizado el propio candidato. Normal. El caso es que el señor Mamdani debe estar en casa, tan contento pero también tan tranquilo, cuando en lo que queda de la Europa progresista han comenzado a escribirle su futuro político, en el que es imprescindible que acabe con Trump. En realidad, creemos que Mamdani es suficientemente atractivo per se como para andar con las inevitables comparaciones a la que nos conduce la época reduccionista en la que vivímos, pero, por lo que a Europa se refiere, o da todos los días un titular en el que aparezca Trump o en cosa de un par de meses pensaremos "ah, sí, el chico ese" y le mandaremos al mismo baúl que a su antecesor Adams.A este cronista, de hecho, más que el señor Mamdani lo que le llama la atención de estas elecciones es la madurez que va alcanzado DSA, que no es propiamente, al menos no hasta ahora, un partido político, sino una corriente de opinión de izquierda que suele confluir con el Partido Demócrata cuando hay elecciones. Su cabeza visible en los últimos años ha sido Alexandria Ocasio-Cortez, aunque claro, siempre ha estado por ahí Bernie Sanders como auténtico líder político.Entonces, ¿ha llegado el momento de que Estados Unidos tenga un partido socialista? ¿Es la hora de que la izquierda deje de ser una corriente del Partido Demócrata? Pues en las grandes ciudades es muy posible. En cualquier caso, hay que tener perspectiva: Estados Unidos ya tuvo un tercer partido, el Partido Progresista, y al exvicepresidente Henry Wallace como candidato en plena Guerra Fría. No pudo ser...