El saludo entre el presidente chino Xi Jinping y el estadounidense Donald Trump el pasado 30 de octubre fue gélido. Trump esperaba frente a las banderas de los dos países, algo nervioso. Cuando llegó el líder de la segunda mayor economía del mundo, le tendió la mano, dispuesto a comenzar ese habitual apretón de manos tenso y fuerte con el que trata de dominar a sus contrarios. No, esta vez. Xi permaneció impasible, sin sonreír, y Trump fue desdibujándose su amplia sonrisa natural.Seguir leyendo....