Daniel y Raúl, los chicos con autismo de Villaverde del Río y San José de la Rinconada que fueron apartados de la ruta especial de transporte que dispensa la Consejería de Educación de la Junta para estos casos en los que, además de vivir lejos de la ciudad, precisan de un tipo combinado de centro, han vuelto a ser admitidos en dicha ruta después de mes y medio sin asistir a sus clases por un conflicto generado entre los chicos, el chófer y la monitora que los asistía, tal y como informó en su momento lavozdelsur.es.Ambos chicos, de 12 y 17 años, respectivamente, acudían, en función del día de la semana, a dos colegios distintos. Daniel, por ejemplo, que vive en Villaverde del Río, a más de 30 kilómetros de la capital, asiste cada lunes al colegio de educación especial Ángel Riviere, y el resto de la semana, al colegio concertado La Arboleda. Fue Raúl, que es de San José de La Rinconada, el que se desregularizó aquel segundo día de clases, el pasado 18 de septiembre, por algún motivo relacionado con la emisora de radio musical que se escuchaba dentro del vehículo.Según testimonios de sus familiares, se oía un programa musical que no les hace bien. El caso fue que, con los nervios de Raúl, se contaminaron otros compañeros. Daniel, más pequeño, comenzó a dar golpecitos en el cristal de la ventanilla, y aunque no causó destrozos, ni el conductor del coche ni la monitora acompañante supieron cómo gestionar la situación y, a media mañana, terminaron por informar, por su cuenta, a las madres de Raúl y de Daniel de que al día siguiente no los recogerían; que les retiraban el servicio de transporte.No era la primera vez que Daniel daba esos golpecitos en el cristal de la ventana del coche, hasta el punto de que suele llevar unos guantes, para amortiguar el sonido. Pero su madre alega que estos comportamientos son comunes en estos chicos, que tienen solución y que hay formas de gestionarlos, según les ha insistido a ellos y al conductor y la monitora el psicólogo del colegio.Las familias de ambos chicos, en cualquier caso, no dieron crédito a lo sucedido ni a la decisión unilateral del chófer y la monitora, pero lo cierto fue que, al día siguiente y al otro, la ruta de transporte que recorre normalmente Villaverde del Río, San José de la Rinconada, La Rinconada y La Algaba se ahorró los dos primeros pueblos. No hubo más noticias de aquella decisión unilateral y ambas familias contactaron con los colegios y con la Delegación Territorial de Educación alegando que aquellos comportamientos y conductas eran propias de la condición del alumnado (Trastorno del Espectro Autista) y que no había sido lógico que la decisión por parte del chófer y de la monitora fuera comunicada telefónicamente la tarde antes del día en que los chicos dejaron de contar con el transporte. Desde el 19 de septiembre, por tanto, han estado los dos sin clases, hasta que han vuelto a ser admitidos el pasado viernes. Daniel, concretamente, no ha sido hasta hoy cuando se ha incorporado, por motivos de salud.La lucha de las familiasLas familias no tardaron en interponer una reclamación ante la Delegación Territorial de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de Sevilla, pero la situación ha tardado mes y medio en solventarse. Los padres de Daniel sugirieron que colocaran a su hijo en el centro del vehículo, desde donde no pudiera llegar a las ventanillas, pero, según cuenta, no quisieron escucharlos. En la reclamación interpuesta ante la Delegación insistían en que “esta interrupción del transporte escolar está vulnerando el derecho fundamental a la educación del menor, tal y como se recoge en la Constitución Española, en la Ley Orgánica de Educación y en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”.Los progenitores de Daniel insistían en aquel escrito en que “las personas con necesidades especiales pueden presentar conductas disruptivas que deben ser abordadas mediante protocolos establecidos, pero nunca servir como excusa para denegarles el acceso al centro escolar”, que es precisamente lo que había ocurrido porque, en la práctica, las familias no tenían capacidad económica y de tiempo, a diario, para llevar a sus hijos a los centros de la capital hispalense desde municipios tan alejados.Las familias de Raúl y de Daniel cruzaron varios correos electrónicos con los colegios de ambos, y la denuncia de los hechos que publicó lavozdelsur.es el mes pasado llegó a la propia Delegación Territorial, según insisten en señalar las madres de los chicos, porque se pusieron en contacto con ellas “para intentar encontrar una solución”. La madre de Daniel tenía pensado poner el asunto en manos de la Fiscalía de Menores, pero finalmente se ha solucionado el conflicto. “Me imagino que la Delegación ha tomado cartas en el asunto, aunque no me han informado de qué institución ha sido realmente la que ha permitido que las cosas se solucionen”, explica la madre de Daniel, Mari Trini López.Los padres de Raúl, por su parte, ya insistían en su propia reclamación en que “estas conductas disruptivas” de sus hijos no se producirían si, como llevan años demandando, la duración del trayecto no superara en total la hora y media, si los vehículos contaran con un pasillo interior que hiciera viable la intervención de la monitora, si estos fueran al menos dos y tuvieran una mínima formación en TEA y si los vehículos contaran con unas cámaras de grabación que pudieran demostrar posibles vulneraciones de los derechos de sus hijos.En este sentido, los padres de Raúl pedían no solo que se restableciera “inmediatamente el servicio de transporte escolar para su hijo y su compañero”, sino que “se depuraran responsabilidades ante la vulneración de derechos del menor” y sobre todo que se revisara la formación del personal encargado de estos servicios “que no tiene ni idea de cómo trabajar con estos niños”, ya que incluso en los centros donde estos acuden se les ofrece esa formación de modo gratuito.De momento, las familias de Raúl y Daniel se han conformado con que la ruta de transporte vuelva a contar con sus hijos, aunque el chófer y la monitora sigan siendo los mismos. “Hemos contado por lo menos con la colaboración del colegio, tanto de la directora como del orientador, que se reunieron ayer con el chófer y la monitora y les han indicado cómo deben ir sentados los chicos para que la ruta sea más segura”, explica la madre de Daniel, y “además les han indicado pautas que deben seguir para que la comunicación con ellos sea más eficiente”.