La economía de Estados Unidos parece inmunizada contra las turbulencias de Donald Trump. El primer año de su segundo mandato en La Casa Blanca ha estado cuajado de sobresaltos por su afán de imponer una atropellada agenda con un marcado acento proteccionista. Las empresas ya están vacunadas contra el vértigo y la incertidumbre que rodea al republicano. Desde que ganó las elecciones a la demócrata Kamala Harris, hace ahora justo un año, ha cambiado de un plumazo el orden del comercio mundial; ha trastocado las cadenas globales de suministro, ha aprobado una ley, que ha bautizado como Grande y Hermosa, con grandes rebajas de impuestos a las empresas; ha reducido el gasto público con la ayuda de Elon Musk, ha despedido a miles de funcionarios, ha apostado por las criptomonedas; ha presionado a las multinacionales para que inviertan en su país; ha endurecido hasta límites insospechados el control de la inmigración; y ha lanzado una campaña de acoso contra el presidente de la Reserva Federal, para tratar de rebajar aún más los tipos de interés, entre otras muchas cosas. Seguir leyendo