Últimamente, se lee y se oye mucho la palabra “inclusión” y tal vez que esto ocurra, hace que me plantee que de lo que realmente se habla y se trata en distintos círculos sociales es sobre una falsa inclusión. Son muy pocas personas y, además, no las suficientes las que realmente comprenden el significado de la palabra inclusión. Tener una actitud inclusiva hacia los demás no consiste en que se nos llene la boca exponiendo obviedades. Todos formamos parte de la sociedad y, por lo tanto, todos tenemos derecho a vernos representados en la misma. La inclusión se ha convertido en una moda solidaria, en sentirte satisfecho por pagar una cuota y colaborar con lo que se ha convertido en una causa. Precisamente hace unos días me interesé por ver un documental que se emitía en una cadena de televisión autonómica donde, al comenzar el mismo, aparecía un mensaje que informaba que existía la opción de ver el documental con un intérprete de lenguaje de signos. Podría parecer que esta cadena de televisión es muy inclusiva y que se acuerda de tus televidentes sordos, pues ¿Saben qué ocurrió cuando elegí esta opción?[articles:344646]Lo que ocurrió es que de forma automática apareció en la televisión otro programa, un telediario, donde aparecía una pequeña pantalla con un intérprete de signos traduciendo en este lenguaje lo que se contaba en el noticiero. ¿Eso es inclusión? Más bien, deberíamos llamarlo exclusión porque se está dejando entrever que una persona invidente no puede disfrutar del mismo documental que yo estaba a punto de ver. Te están dando la opción de tener un intérprete de signos en la televisión, pero solo para determinados programas elegidos por la cadena. ¡Además de ser algo engañoso, también te imponen que es lo que tienes que ver si eres invidente! Y te están diciendo en tu cara: “Lo siento, pero además de hacerte sentir diferente, que sepas que tampoco puedes disfrutar de un documental porque eres ciego, pero somos muy inclusivos porque te recuerdo que no tienes las mismas opciones que los demás, pero tienes otras, aunque no te gusten”. Dejemos de querer aparentar lo que no somos, creo que el recochineo no es necesario y que es preferible mostrarnos como una sociedad no inclusiva a crear falsedades y seguir excluyendo indirectamente a los demás. Se trata de ir de frente porque al final solo te engañas a ti mismo y la realidad es muy distinta a aquella que solo existe en tu cabeza. Que un ayuntamiento, una comunidad de vecinos, una asociación, una academia de baile, una empresa, un organismo oficial, etc., divulguen que están realizando acciones o trabajando por la inclusión social no debería suceder. Mientras ocurran llamadas de atención y peticiones de personas que se sienten excluidas por cualquier tipo de causa, jamás podremos hablar de inclusión. Si queremos un entorno inclusivo de verdad, hemos de empezar por construirlo cada cual de forma individual y en silencio.[articles:344245]Aquello que se construye con un altavoz se hace con el fin de alimentar el ego del que lo grita o colgarse medallas de plástico. Pero para mí lo peor es que la palabra inclusión, la mayoría de las veces se relaciona con personas discapacitadas o enfermas, lo cual se convierte también a su vez en otra forma de exclusión no solo para estas personas sino para el resto de excluidos que ni tienen una discapacidad ni una enfermedad. En cualquier caso, tampoco debe consentirse ningún tipo de exclusión causada por estos dos últimos motivos. Todos, sin excepciones, deberíamos sentirnos igual que el resto; sin embargo, las causas por las que se motiva la exclusión son diversas: económicas, políticas, socioculturales, por discapacidad, étnicas e incluso digitales. Puede darse en personas o colectivos, por su clase social, edad, género u orientación sexual, entre otras cuestiones. Además, se refleja en diferentes ámbitos como el acceso al empleo, la vivienda, la educación, la atención sanitaria o la participación en la vida social. Creo que está claro que en este caso no se trata solo de política y que, como he expuesto anteriormente, es de gran importancia la actuación de cada uno de nosotros ante estas situaciones. La exclusión social es un fenómeno complejo que, además, tiene un profundo impacto psicológico en las personas afectadas. Aquellos que viven en situaciones de exclusión a menudo se enfrentan a un doble estigma: por un lado, sufren las desventajas sociales, y por otro, son culpabilizados por su situación, lo que perpetúa la marginación y vulnerabilidad. “La atención es la limosna más productiva en el trato social”, lo cual no significa otra cosa que la importancia de prestar atención a los demás en situaciones de exclusión. No se trata de pretender ser inclusivo, se trata de procurar que nadie a tu alrededor pueda llegar a sentirse excluido.