No soy médico. Ni ingeniero. Nada que ver con los químicos. Qué va. No estudié esas carreras y, desde luego, no se me ocurriría intentar ejercerlas. Qué va. Yo estudié, en primer lugar, Magisterio, y me diplomé como maestro de ciencias humanas. Después me licencié como psicopedagogo y por último me titulé como máster en dirección de comunicación. Estos son mis titulaciones oficiales. Estuve haciendo el doctorado en comunicación pero no llegué a leer la tesis doctoral, por tanto, los anteriores son los títulos que tengo. De todas formas no ejerzo ni de maestro, ni de psicopedagogo, ni de director de comunicación.Soy funcionario de la administración local con funciones administrativas, alejado de esas tareas de las que tengo formación reglada. Tampoco soy escritor, aunque escribo estas columnas, aunque tengo publicado algunos libros… Hago mi trabajo y porque las personas no solo trabajamos por un salario, me permito completar mi vida con aquellas actividades que pertenecen más al mundo de los hobbies, o de mis entretenimientos. No soy de esos que se pasan la vida restregando títulos en la cara de nadie. No soy de los de la titulitis. Ahora bien, de lo que seguro que no soy es amigo de la falsedad, de la mentira, de la impostura.[articles:344722]Tampoco admito que en profesiones que están regladas y cuyo ejercicio exige una pericia mínima la cual, mientras no encontremos otro sistema, solo se adquiere mediante el estudio sistemático, las pueda ejercer alguien que no las tenga. Me dirán ustedes que más importante que el título están las competencias adquiridas o desplegadas para el desarrollo de la tarea. Sin duda. Pero estarán conmigo que las competencias profesionales tienen un mínimo exigible que en muchos casos es la calificación como apto por un organismo para su ejercicio. Desde luego cuando voy al médico me da tranquilidad que el que me atienda sea un médico, o que el puente de Cádiz lo haya diseñado un ingeniero o que –cosa que no ocurría hasta hace bien poco en la enseñanza privada– a nuestros hijos les den clases en el colegio maestros titulados.En los últimos tiempos, aunque supongo que es cosa que ha sucedido siempre, se han conocido casos de políticos que han inflado sus currículos, que se arrogan titulaciones que no tienen, que son capaces –como un alto cargo de la Junta de Andalucía que ponía que era Licenciado en Medicina, siendo la realidad que tenía menos papeles que un recién nacido– de mentir de manera descabellada. ¿Se acuerdan de la diputada popular tan joven que aseguraba que tenía no sé cuántas carreras y por no tener no tenía ni vergüenza?Supongo que no solo ocurrirá en la política y que habrá otras instancias donde se falsifica la vida de uno para obtener no sé qué beneficios materiales o emocionales. Otra cosa es, y cada vez con mayor incidencia, aquellos –por supuesto no solo políticos– que buscan la titulación en universidades que más que centros de formación superior son negocios donde puedes comprar un título. Tienes pasta y la inviertes en que en el menor tiempo posible la empresa-universidad te facilite tu ansiado título de graduado en derecho, en historia… en lo que sea, que hay de todo en el mercado de compra venta de títulos.¡Quién no conoce a alguien –yo a unos pocos y pocas– que de buenas a primeras, normalmente después de llevarse un puñado de años suspendiendo, año tras año, en la universidad pública –o privada pero de orden– de buenas a primeras en un par de años te enseñan un pedazo de título de graduado/licenciado. Por supuesto no intentes hacerle un medio interrogatorio sobre sus conocimientos porque entonces te echarás a llorar. Eso está pasando y hace muy bien el gobierno en intentar poner freno a estos chiringuitos pseudouniversitarios que no son otra cosa que negocios donde los de siempre –suelen ser los mismos que se lo llevan puesto en la sanidad, la construcción, la energía...– hacen sus “cosas”. Tampoco estaría de más que se revisasen lo de los doctorados que aquí en la privada es ya de descaro y en la pública tampoco le va a la saga.Lo que no me podía imaginar es que aparte de falsificar currículums, hacer intrusismo declarado, o comprar títulos, es que alguien tuviera el cuajo de llegar a un tribunal a declarar y que allí, aparte de decir barbaridades, admitir la creación y expansión de bulos y noticias falsas, admitir que realiza amenazas y coacciones y, también, hacer un corolario de lo que es la profesión que dice ejercer, es que inventara, engañara de manera palmaria a todo el mundo adjudicándose el ejercicio de una profesión en función de una titulación que no posee.Me refiero, por supuesto, a Miguel Ángel Rodríguez, el famoso MAR, jefe de gabinete de Isabel Ayuso, el que le escribe los discursos y el que le dice por el pinganillo lo que ella tiene que decir en cada momento. Sí, este señor ha sido capaz de decir ante el tribunal que él es periodista que hace política. Mentira, no es periodista: Miguel Ángel Rodríguez terminó el bachillerato y ahí se quedó. Ni más, ni menos. Algo de lo que no tiene que avergonzarse, terminó el BUP –supongo que también el COU–, pero de periodista, nada de nada. El periodismo es una profesión donde hay intrusismo profesional, sin duda. También es verdad que cada vez se hacen notar más en sus derechos los titulados a través del colegio profesional y las asociaciones de periodistas. También es verdad que aquí puede entrar a jugar mucho lo de las competencias personales, desde luego, pero uno puede ser perfectamente director de un medio, o redactor… y no tener título de periodista, los hay, muchos, y realmente no pasa nada. En fin. Supongo que son cuestiones de difícil solución o gestión. Lo que es más fácil es desenmascarar a los que mienten.Que Miguel Ángel Rodríguez ha realizado tareas de periodista es indiscutible, de hecho comenzó en el periódico El Norte de Castilla, pero lo que es también indiscutible es que no es periodista, nunca estudió periodismo y lo peor es que, después de escucharle decir ante el tribunal que está juzgando al fiscal general del Estado que “yo soy periodista y no notario, no necesito compulsa de las cosas que digo o publico”, entonces es que no solo no es periodista, es que no tiene ni idea de lo que es un periodista o tiene una idea muy equivocada de lo que esperamos que haga un periodista.