Es capaz este Barça de Flick de provocar las sensaciones más insospechadas en quien se adentra en su mundo. A menudo uno cree ver un lienzo surrealista de Dalí, con aquellos relojes que se retuercen, derretidas las esferas porque no hay manera de entender cuán rápido cambia todo. Los goles a favor y en contra se suceden sin remedio, y provocan también la paranoia de unos futbolistas que no saben a qué exponerse. Pero el Barcelona, agradecido por tener a un rematador sin igual como Lewandowski, venció en Vigo tras bajarse de su tiovivo infernal. Y lo hizo con Frenkie de Jong en sus filas, metáfora del desconcierto defensivo del primer acto, pero también del orden alcanzado en el segundo. Aunque no tuvo un buen final el neerlandés, que había recibido lo suyo, pero que, agresivo por un día, fue expulsado cuando la noche se desmayaba por pisar a Aspas.Seguir leyendo....