Galadima Bulama ya había perdido la cuenta de cuántas veces los fuertes vientos polvorientos del desierto del Sáhara arrancaron el techo de su casa y afectaron la parcela donde cultiva. Cada vez que esto ocurría, él, sus dos esposas y sus siete hijos buscaban un refugio temporal. Bulama vive en la aldea nigeriana de Madugumsumi, en el estado de Jigawa, fronterizo con Níger. En esta aldea de 7.000 habitantes, dedicada a la agricultura, muchos cultivadores han abandonado sus tierras, lo que ha provocado escasez de alimentos y pérdida de ingresos. Cada año, Nigeria pierde unas 35.000 hectáreas de tierra debido al avance de desierto hacia el sur. Seguir leyendo