En lo alto del sureste de Turquía se alza un túmulo artificial flanqueado por colosos derribados por terremotos y siglos de nieve. Allí, el rey Antíoco I de Comagene quiso levantar un mausoleo capaz de sobrevivir al tiempo. Pero su tumba nunca ha sido encontrada, y el interior de la montaña sigue siendo un enigma arqueológico que resiste incluso a la tecnología moderna.