Radia trabaja en el WindRunner, una aeronave tan grande que supera al Boeing 747 y puede llevar palas eólicas de 105 metros a cualquier rincón del planeta. Su misión no es mover pasajeros, sino desbloquear el crecimiento de la energía eólica terrestre allí donde las carreteras y los puertos dicen “imposible”. Y si despega en 2029, cambiará medio siglo de ingeniería.