El declive de la ciudadanía

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Las sociedades se hacen temerosas, pasto de la paranoia y del recelo, cuando la confianza en las instituciones y su capacidad regulatoria se desgasta. El ejercicio de la ciudadanía depende de ese suelo común y neutral, regido por principios universales e invariables. Sin él, sin la posibilidad de apelar a un tercero que esté por encima de los intereses particulares, ciego a las filias y fobias que arden en la sociedad , sólo queda el nosotros: las tribus, las trincheras, las identidades y los pactos mafiosos de respaldo mutuo. La política, vital para dar una orientación a las naciones y recoger las demandas sociales y las sensibilidades y opciones morales, se convierte en un tóxico cuando desborda sus competencias y... Ver Más