Un estudio de Harvard, Arizona y Pensilvania revela que el cerebro humano no está diseñado para permanecer despierto después de medianoche. En esas horas, la actividad cerebral se vuelve más emocional e impulsiva, reduciendo el autocontrol y aumentando el riesgo de decisiones peligrosas. Dormir, concluyen los científicos, es también una forma de protección mental.