Dentro de la cárcel de Ghana donde los reos se amontonan y el roce propaga enfermedades de la piel: “Te duele todo, no te puedes mover en toda la noche”

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El padre de los presos y uno de los guardas de alto rango, adelantándose a cualquier pregunta, dan la orden. De los reclusos sentados en el suelo, 11 se tumban, intercalando pies y cabezas. Es la manera en que 60 seres humanos logran acostarse en los mal contados 35 metros cuadrados disponibles de una de las celdas de la Prisión Central de Kumasi (Ghana). Otros compañeros los miran, en silencio, desde las literas de triple altura. La gran mayoría estuvo así años antes de poder tener uno de los 30 lechos. Solo se escuchan las aspas de los ventiladores vencidos por el bochorno de septiembre y el clic de la cámara retratando una crudeza que, al menos en este centro, su dirección da muestras de querer “resetear”. Empezando por exhibir, sin tapujos, lo que hay.Seguir leyendo"La sobrepolación carcelaria es un problema clave en las enfermedades desatendidas""La sobrepolación carcelaria es un problema clave en la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas. Si miras por ejemplo el pian o la sarna, se transmite por el contacto directo con la piel. Idealmente se tendría que separar a la persona afectada pero en Kumasi Central el espacio reservado para ello no es suficiente", explica el doctor Yaw A. Amoako, del Centro Kumasi de Investigación Colaborativa en Medicina Tropical (KCCR por sus siglas en inglés) y que lidera el proyecto de enfermedades desatendidas de la piel en la cárcel.  "Además, por ejemplo con la sarna, en el caso del diagnóstico de un caso, se tiene que examinar y tratar a todos sus contactos. Si los recursos son limitados para una persona, imagine en impacto de ello en una celda con unas 100 personas obligadas a permanecer juntas", agrega."Quiero tener un puesto en un mercado y luchar contra la injusticia" George Ackon, de 49 años, es uno de los padres de celda de la prisión de Kumasi. Se trata de una posición relevante: por su buen comportamiento y el respeto que despiertan entre sus compañeros, los guardias del centro delegan en ellos parte de la intendencia del día a día de los módulos. Su nombre ha estado varias veces en la lista para recibir una amnistía presidencial, pero sigue sin llegarle. "Cuando salga de aquí me gustaría tener un puesto en un mercado", explica en una mezcla entre inglés y twi, el idioma tradicional de la región de Ashanti. "Hay mucha injusticia aquí y me gustaría luchar contra ella. Muchas personas han sido condenadas injustamente, conozco sus casos", asegura el condenado por homicidio.