Alemania y Reino Unido desconfían del fondo climático propuesto por Lula para salvar los bosques

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La 30ªConferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) comenzó este lunes en la ciudad amazónica de Belém con un discurso en que el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva , criticó los gastos militares y pidió que los recursos globales se orienten hacia soluciones climáticas. «Hacer la COP aquí es un desafío tan grande como acabar con la contaminación del planeta Tierra. Habría sido más fácil hacerla en una ciudad lista, sin problemas, y decidimos aceptar el reto», afirmó. El mandatario brasileño también defendió que las obras realizadas para la COP de Belém dejarán un legado para la población local, y recordó que la Amazonía no es una «entidad abstracta», sino un lugar habitado por personas con problemas reales. Lula pidió un «mapa para el fin del uso del petróleo» pensando en un plazo que le permita a Brasil explorar el que busca en la Amazonia, y criticó a los líderes que niegan el calentamiento global. «Es momento de imponer una nueva derrota a los negacionistas», dijo, en referencia indirecta al expresidente estadounidense Donald Trump. «Atacan a las instituciones, a la ciencia, a las universidades», afirmó. «Es hora de infligir otra derrota a los negacionistas». También lamentó la ausencia de Estados Unidos en la cumbre, el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero del mundo: «Estados Unidos, decidió no asistir a la cumbre, mientras que el presidente estadounidense, Donald Trump, afirma falsamente que el cambio climático es un engaño». El presidente mencionó además los eventos climáticos extremos recientes como evidencia de la urgencia de la acción. «El cambio climático ya no es una amenaza del futuro, es una tragedia del presente. El huracán Melissa que azotó el Caribe, y el tornado que golpeó Paraná, en el sur de Brasil, dejaron víctimas fatales y un rastro de destrucción», afirmó. Lula se refería al desastre de este fin de semana que dejó 7 muertos y más de 400 heridos. Sin embargo, mientras Brasil intenta posicionarse como líder climático, su principal propuesta, el Fondo Florestas Tropicais para Sempre (TFFF), enfrenta resistencia. Según reveló el portal UOL, Alemania decidió no apoyar el fondo en esta etapa. El canciller alemán Friedrich Merz dejó Brasil sin anunciar ningún aporte, y fuentes diplomáticas indicaron que el modelo financiero propuesto por Brasil presenta «riesgos significativos». El Reino Unido también habría reculado por motivos similares. El TFFF busca recaudar 25.000 millones de dólares de países y 100.000 millones de inversores privados, aplicándolos en fondos de renta fija. Los rendimientos serían repartidos entre los inversores y los países que preservan sus selvas. Pero críticos como el economista alemán Max Alexander Matthey y su orientador, Aidan Hollis, cuestionan la viabilidad del modelo, ya que el fondo promete dinero mágico, con retornos de 7% a 8% constantes, lo que no es realista en momentos de incertidumbre financiera. Los críticos señalan que, si los rendimientos no alcanzan el mínimo esperado, los países podrían perder su inversión inicial y las selvas quedarían sin remuneración. El gobierno brasileño esperaba un anuncio alemán durante el almuerzo de lanzamiento del TFFF, en la Cúpula de Líderes, pero no hubo cifras. «Sabíamos que no vendría número. Alemania está cautelosa», dijo Anderson, uno de los articuladores del fondo. Daniel, otro negociador brasileño, reconoció que el modelo aún necesita ajustes. «Estamos recalibrando expectativas. El objetivo ahora es alcanzar 10.000 millones en un año, para poder iniciar la emisión de títulos. Es un proceso», explicó. Con aportes iniciales de Brasil (1.000 millones de dólares), Indonesia (1.000 millones) y Francia (500 millones de euros), el fondo aún está lejos de la meta. Noruega prometió 3.000 millones, pero condicionó su desembolso a que el fondo alcance al menos 12.000 millones en aportes totales. La Comisión Europea y otros países siguen en evaluación. La COP30 continúa hasta el 21 de noviembre, con negociaciones que buscarán avanzar en temas como la transición energética, el financiamiento climático y la justicia ambiental. Pero el desafío de convencer a los países ricos de invertir en soluciones estructurales sigue siendo uno de los principales obstáculos para Brasil.