Un melón raro resucita a la fresa temprana en Cádiz como cotizado manjar navideño en Europa

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Hace casi 25 años, allá por 2001, la provincia de Cádiz llegó a contar con 400 hectáreas de fresas cultivadas, sobre todo, en los términos de Bornos, Arcos, Villamartín, Torre Alháquime, Puerto Serrano y Algodonales.El cultivo, ecológico y sin mecanizar, de un producto exquisito y cotizado llegó incluso a darle la vuelta al flujo migratorio. Los temporeros gaditanos no se iban a ningún sitio a trabajar en los meses freseros. Eran otros los que llegaban a Cádiz, faltaban manos. Casi 4.000 jornales diarios llegó a producir.La prensa de entonces titulaba con expresiones altisonantes como "oro rojo en la provincia" o "el milagro de la fresa gaditana". "La idea era buena", decía uno de los productores Francisco Pérez, en un reportaje publicado en 2010. "En vez de ir nosotros a Huelva, a recoger la fresa, trajimos la fresa aquí".Llegaron a ser once las empresas o cooperativas dedicadas al proyecto. Uno de los años se cosecharon más de doce millones de kilos. La zona más baja de la Sierra de Cádiz tenía una ventaja climática brutal: podía recogerla antes de Navidad. La fresa francesa se recoge en marzo, nunca antes. La de Marruecos aún no estaba desarrollada.Muestra de la cosecha de fresas de Sur Fruit, en este mes de noviembre.Los pijos mercados de abastos europeos, los grandes almacenes chic y las tiendas más estiradas de Londres, París, media Bélgica, casi toda Escandinavia y parte de Alemania estaban dispuestos a pagar mucho por el kilo. Fresa, o fresón, de gran calidad y antes de tiempo, justo para las comidas navideñas.La prueba del éxito es que el 75% de la producción se destinaba a Inglaterra, Alemania, Suecia, Dinamarca y Holanda. Otro empresario de la época, en 2010 también, lo definía claramente: "Lo del año 2000 fue una fiebre. Todo el mundo quería plantar. La hilera de remolques para descargar cogía medio kilómetro algunos días".Como prueba del impacto económico basta un dato. Informes bancarios anuales colocaban siempre, durante los años 90, a Puerto Serrano como el último municipio de la provincia por renta per cápita anual, el dinero ingresado por vecino y año. Siempre era el más pobre. En el año 2000, sin más explicación que la fresa, escaló 19 posiciones y se colocó justo en la mitad de los 45 (por entonces, 44) municipios gaditanos."Lo del año 2000 fue una fiebre. La hilera de remolques para descargar cogía medio kilómetro". Tan rápido como apareció se fueLos ingresos familiares medios se duplicaron en apenas diez años. "Lo importante de la fresa es que tuvo un gran valor simbólico. El mensaje para los jornaleros y agricultores de la comarca era que no había que conformarse, que era posible innovar, emprender, que había que tener más de amplitud de miras, arriesgarse".La fresa abrió la puerta al brócoli, la nectarina, el tomate precoz, los pimientos y las berenjenas. Y todo se acabó casi tan rápido como llegó. Una racha de temporales encadenados en 2002 provocó el desastre.Explosión y hundimientoLos freseros no habían reservado fondos, "todo se invertía en el siguiente cultivo, para crecer". Para colmo, la mayoría no aseguraron las cosechas. Los seguros eran carísimos y tenían mala fama porque, en caso de problemas, "siempre se las apañaban para no pagar lo acordado".El palo fue tan duro que en 2003 la superficie plantada de fresa se quedó en la mitad. En 2004, empresarios andaluces y navarros empezaron a plantar fresa de forma masiva en Marruecos. La competencia fue la puntilla. "Allí se pagaban sueldos de cinco euros la jornada diaria, contra eso no podíamos competir".En 2009 sólo quedan 18 hectáreas, de aquellas 400, cultivadas con fresa en la provincia. Otro par de temporales bastó para derrumbar a los más insistentes y en 2011 los últimos empresarios freseros anunciaron que cerraban la puerta por fuera, que se rendían.Cuando aquella experiencia parecía un breve y feliz recuerdo del campo gaditano, más de diez años después de la aventura que triunfó y se apagó, de repente resucita la fresa.Hace exactamente dos años, noviembre de 2023, la familia de Puerto Serrano conocida como Los Gato recuperaba una primera "cosecha de oro". Se denomina así a fresas y fresones de altísima calidad recogidos en el periodo previo a la Navidad, con los mercados europeos hambrientos del jugo rojo.Ahora, en 2025, llega otro paso pequeño pero que resulta esperanzador y sorprendente para el sector primario provincial. Estos nuevos episodios son más discretos y prudentes que la explosión de principios de siglo. Sin ningún boom pero con aparente firmeza.La renovada confianza está en que la reaparición fresera se basa en otro modelo que ha triunfado de forma estable, permanente: el melón chanterais. Es pequeño y redondo, amarillo por fuera y de pulpa rojiza —tiene parentesco genético con la calabaza—.Para el consumidor español puede recordar al llamado Cantalupo. Su sabor extraordinario y su jugosa carne lo hacen excepcional. Esta bola amarilla goza de enorme prestigio en mercados de abastos y fruterías, sobre todo, francesas, y también en Gran Bretaña y Bélgica.El asombroso éxito del pequeño melón gaditano chanterais es el modelo a seguir: un tesoro codiciado en Francia o Bélgica e ignorado en todas las mesas españolasEn las tiendas y mesas españolas, sin embargo, es un desconocido, una rareza que pasa completamente desapercibida. Al consumidor nacional no le atrae. En España, el verde oscuro y ovalado, llamado piel de sapo, copa el mercado melonero.La empresa Sur Fruits Productions empieza a trasladar el modelo de su triunfante y pequeño melón al quirófano agrícola para colaborar en la resurrección de la fresa temprana en Cádiz. La firma nació en 2020 como una derivación del grupo empresarial francés Rouquette y cuenta con Florian Lauffenburger como gerente.El fenómeno Sur FruitsCon este solo producto, plantado en 300 hectáreas situadas en Los Llanos de Villamartín y almacenado, procesado y exportado desde Puerto Serrano, Sur Fruits llega a dar empleo a más de 600 trabajadores en el pico de máxima actividad de la temporada. Más de la mitad, vecinos policheros.Entre sus puntos de venta destaca uno de los mercados más antiguos, fotografiados y filmados del área metropolitana de París, el de Rungis, donde está presente todo el año como un codiciado manjar.Como curiosidad, en Francia también lo reclaman cadenas de hoteles de lujo y comedores de recintos académicos, laborales o institucionales para añadirlo a sus desayunos, almuerzos y cenas.Fresa recolectada en una plantación de Conil en 2024.  MANU GARCÍAAntonio Castillo, responsable de producción de Sur Fruits, resalta que en los momentos de más actividad -entre la siembra de febrero y las últimas recogidas a partir de julio- llegan a salir más de 380 camiones de gran tonelaje cargados con este fruto.Como último balance oficial, en la campaña 2024-2025, este melón supuso la contratación de 650 personas para recolectar 6.472 toneladas.El prodigio, ya recuperado por la familia de Los Gato en Puerto Serrano desde hace dos años, reaparece este otoño. Con dos meses de margen para llegar a la fiebre consumista navideña en Europa, Sur Fruits tiene fresa y fresón que ofrecer. Y hay una gran demanda.La pequeña pero esperanzadora resurrecciónEn este noviembre de 2025, en su inicio fresero, la firma polichera de origen galo ha conseguido una precoz, insólita y excelsa cosecha de fresa. Por ahora, ha supuesto la contratación de sólo 16 personas e implica un espacio pequeño de cultivo, tres hectáreas.La recolección de fresas de este otoño ha llegado a los 119.000 kilos (tan lejos de aquellos 12 millones) pero supone un reinicio, la reaparición, o confirmación, de un milagro. Al menos, de un tesoro agrícola: el fruto rojo antes de Navidad que se paga a precio de oro.El objetivo es aprender del pasado y elevar, progresivamente, las cosechas hasta llegar a cifras como aquellas pero sin cometer los errores de entonces, sin crear castillos de cartas frágiles ante una cadena de tormentas.Por ahora, en 2025 como ya sucediera en 2023 y 2024, la provincia de Cádiz vuelve a producir fresas con antelación, quizás pocas pero entre las mejores y las primeras, de las más codiciadas por los mercados europeos. Que los vientos, y las aguas del cielo, les sean favorables.