Durante décadas imaginábamos que el Sistema Solar flotaba en una burbuja aislada dentro de la Vía Láctea. Pero nuevas observaciones de eRosita revelan algo mucho más extraño: un entramado de canales de plasma caliente que actúan como pasadizos naturales entre regiones estelares. Una red oculta, moldeada por antiguas supernovas, que reescribe el mapa de nuestro barrio galáctico.