Jannik Sinner juega al tenis y con sus rivales. Es así como se ha clasificado para la final del torneo de los ocho maestros: entrenamiento en el primer set, dejar soñar al rival, y acribillarle en el momento oportuno sin concesiones. Engatusó a Felix Auger-Aliassime el primer día (7-5 y 6-1); a Alexander Zverev el segundo (6-4 y 6-3), y le salió respondón Ben Shelton, ya sin nada en juego (6-3 y 7-6 (3); pero en la semifinal, contra Alex de Miñaur , de nuevo el Sinner de dos caras: el juguetón y el matón. 7-5 y 6-2, en una hora y 52 minutos. Es el triunfo número 30 seguidos del italiano, que sigue teniendo esta pista bajo techo como su patio de recreo, y la tercera final consecutiva de estas ATP Finals, el más joven en lograrlo, y el séptimo de la lista: Ivan Lendl (9), Roger Federer (5, y 3) y Novak Djokovic (5), Ilia Nastase (4), John McEnroe (3) y Boris Becker (3). Empieza el partido como todo el mundo en este Inalpi Arena espera, con tres bolas de rotura en favor de Sinner. Pero De Miñaur se niega a irse tan rápido del partido y de la semifinal, que ya sabe el tenis cómo se las gasta el italiano cuando abre una pequeña herida. Levanta el australiano y, de repente, cambia la dinámica de forma sorprendente, o no tanto, porque es Sinner el que tiene que superar un 0-40. Hay algún sufrimiento de más con su servicio y, como prefiere no excederse en esfuerzos, no acaba de encontrarle las cosquillas al australiano, que se aferra a la pista con todo lo que tiene y lo que parecía no tener en esta fase de grupos, y que se aprovecha de los fallos del rival. Transcurre despacio el encuentro, sin grandes florituras por parte de ninguno; uno porque no le da el nivel más de lo que ofrece, y al otro porque no le está dando la tarde para acribillar como en otros momentos, porque está jugando con el rival y no solo al tenis. Sinner ha hecho este plan en toda la semana: madurar la jugada, sin exigirse, mareando al rival cuando a él no le salían del todo limpios los golpes; que sabe que el nubarrón pasará y sabe también que a De Miñaur se le acabará la resistencia. Sobre todo, si el set sigue con tanto equilibrio. En el límite, la experiencia y los nervios templados de uno, frente a la que todavía no acaba de alcanzar la firmeza de otro. El italiano se labra una bola de rotura, y una segunda, y una tercera, que es la que convierte porque ya ha sacado el colmillo y no para hasta hincarlo en la inestable mentalidad del australiano. 'Break' en ocho minutos de juego para el 6-5 y saque. Es decir, break para el set porque Sinner ya ha mutado: dos 'aces', una derecha cruzada, un error de De Miñaur y 7-5. Con solo once errores. Es decir, 'break' para lograr el partido. Porque sigue Sinner el mismo guion: madurar al rival, permitirle soñar, hincarle el diente tras un primer set igualado, de una hora de juego, y atropellarlo en el segundo sin discusión, rotura en el primer juego del segundo set. Y carrerilla hasta el 4-0 en un segundo, todo lo lento que había sido el primer set, se agilizó en el segundo. Sobre todo el brazo de Sinner: latigazo de lado a lado, derecha y revés, saque para levantar una pequeña esperanza del australiano. Nada que hacer. Que Sinner quiere, al menos, conservar la categoría de maestro, una vez perdido el número 1. Lo tiene todo listo para el partido que todos quieren ver, en la final. Victoria 30 consecutiva en pista rápida bajo techo, catorce desde Viena, 39 juegos al saque sin oposición, y su tercera final seguida en estas ATP Finals en las que todavía es, al menos de momento, el mejor. «Ha sido un partido difícil, muy duro sobre todo al inicio. Pero he sabido sacarlo adelante, y eso me ha dado confianza para el segundo set. Y también para el partido de mañana que es muy importante», comentó Sinner tras el duelo.