No habrá cataclismo estelar, pero sí un rediseño profundo. Las distancias entre estrellas evitarán choques directos, aunque sus órbitas cambiarán como si alguien barajara el mazo del cielo. El Sol podría migrar a los suburbios galácticos. Tras varios actos, la obra final será una elíptica masiva: la hipotética Milkómeda.