El partido de la jornada se disputaba en París, donde el talento evasivo de los franceses, los reyes del norte, se medía al devastador potencial físico de los sudafricanos, los reyes del sur... y del mundo. Y nadie podrá decir que no fueron fieles a sus virtudes. Porque Sudáfrica laminó a Francia (17-32) en la segunda parte con un rugby hercúleo pese a estar en inferioridad por una de las tarjetas rojas más incontestables que se ha visto en el rugby. Un golpe peligrosísimo de Lood de Jager a Thomas Ramos que afortunadamente no sacó al francés del campo. Seguir leyendo....