José Enrique Oyarzún, LC(ZENIT Noticias / Roma, 07.11.2025).- Tuve la gracia de participar en la basílica de San Pedro en la Santa Misa con los universitarios de las instituciones pontificias, presidida por el Papa León XIV. Su homilía, pronunciada en el marco del Año Jubilar, ofreció una orientación profunda para quienes habitamos el mundo universitario eclesial. Más que un discurso inspirador, fue una hoja de ruta para repensar la identidad y la misión de nuestras universidades a la luz del Evangelio.El Santo Padre partió de la imagen evangélica de la mujer encorvada (Lc 13,10-17), símbolo de quien ha perdido la capacidad de mirar más allá de sí mismo. Jesús, al enderezarla, le devuelve no solo la salud, sino la mirada: la posibilidad de abrirse a un horizonte más amplio. Esa curación, explicó el Papa, representa la sanación de toda inteligencia que se repliega sobre sí misma. Y ése es, precisamente, uno de los grandes desafíos para las universidades pontificias: ayudar a las personas a levantar la mirada, a reconciliar la razón con la fe, la inteligencia con la esperanza, la ciencia con la sabiduría. Formar miradas integradorasLeón XIV advirtió con lucidez sobre una tendencia contemporánea: la especialización sin síntesis. “Hoy somos expertos en detalles infinitesimales —dijo—, pero incapaces de alcanzar una visión de conjunto”.Las universidades pontificias están llamadas a ofrecer un antídoto a esa fragmentación. Su misión es formar una inteligencia integradora, capaz de unir disciplinas, saberes y experiencias, devolviendo al conocimiento su sentido de totalidad y de servicio. Ello requiere fomentar la colaboración entre facultades, promover la interdisciplinariedad y mantener siempre el horizonte teológico que da unidad a la vida académica. Educar como gesto de levantarOtra de las claves de la homilía fue la definición de la educación como un acto de levantar al otro. “Educar —recordó el Papa— es poner de pie al otro, como Jesús hizo con aquella mujer encorvada”.Esta visión transforma la comprensión de la docencia y la investigación. Enseñar no es solo transmitir saberes, sino ayudar a cada persona a ponerse de pie ante la vida, a descubrir su dignidad intelectual y espiritual. En el contexto de las universidades pontificias, esto significa cultivar una docencia que una la excelencia académica con el acompañamiento humano y la apertura a la fe, para formar personas libres, responsables y con juicio propio. El estudio como caridad intelectualLeón XIV habló también de una “por el alfabeto del estudio, del conocimiento, de la búsqueda sincera de lo que es verdadero y por lo que vale la pena vivir”. Esa expresión condensa la vocación más profunda de una universidad eclesial: amar la verdad y enseñar desde el amor.El estudio y la investigación no son fines en sí mismos, sino expresiones concretas de caridad intelectual. Implican reconocer que buscar la verdad es servir al ser humano, liberarlo de la ignorancia y del vacío existencial. Esta perspectiva exige evaluar la actividad académica no solo por su rendimiento cuantitativo, sino por su capacidad de generar sentido, esperanza y encuentro. Una comunidad de filiación y esperanzaLa homilía culminó recordando que el saber encuentra su plenitud en la filiación: “No somos criaturas arrojadas al mundo por casualidad, sino que pertenecemos a alguien que nos ama y que tiene un proyecto de amor para nuestra vida”. Esta conciencia cambia radicalmente la vida universitaria cuando se traduce en un estilo comunitario.Las universidades pontificias están llamadas a ser comunidades que aprenden y enseñan desde la filiación, donde la búsqueda de la verdad se vive como camino compartido, en diálogo entre profesores, estudiantes y personal, unidos por la certeza de pertenecer a Dios y de servir a la Iglesia. ConclusiónLa homilía de León XIV fue, en última instancia, una invitación a redimir la inteligencia: a sanar las formas de pensar que se encorvan sobre sí mismas y a recuperar la postura erguida de quien mira el mundo con esperanza.Escuchar estas palabras en San Pedro fue recordar que el estudio, cuando se vive como vocación y servicio, se convierte en una forma de Pascua: una travesía que nos saca de la esclavitud del ego y nos abre a la libertad de los hijos de Dios. Las universidades pontificias están llamadas a vivir precisamente eso: a enderezar las inteligencias, ensanchar los corazones y formar miradas capaces de contemplar la verdad con amor.El autor es Rector del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (APRA)Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.The post Una mirada erguida: claves de la homilía de León XIV para las universidades pontificias appeared first on ZENIT - Espanol.