La plaza Jorge “El Ranchero” Aguilar, se vestía de gala, con ese aire antiguo de provincia que sabe a historia y a pureza. El sol, que todo lo dora, caía sobre los escaños y sobre las ilusiones de tres toreros que salieron a jugarse la verdad.LEE ADEMÁS: Trump quiere que el nuevo estadio de la NFL en Washington lleve su nombre, según ESPNEste sábado el triunfo compartido fue para el español Borja Jiménez y el michoacano Isaac Fonseca, con dos orejas por coleta, en tarde también importante para el hierro de Reyes Huertas. Calita, por su parte, se quedó con la miel en los labios, pero no con las orejas debido a las fallas con el acero.Abrió plaza Ernesto Javier “Calita”, y desde el primer farol de rodillas quedó claro que venía a poner el tono. Forjadito, un negro bragado de Reyes Huerta, lo sacudió con fuerza en el saludo, y el torero —que ya conoce lo que es pelear cada tarde— se levantó con esa sonrisa breve de quien está hecho de coraje. Verónicas de mano baja, temple natural, y un quite por chicuelinas de gusto añejo. Todo sonaba a autenticidad.Con la muleta, Calita fue más allá del mero oficio. Hizo toreo caro, con el cuerpo relajado, los pies firmes y el corazón expuesto. Lo llevó de tablas a los medios con suavidad, cuidando cada embestida, como si el toro fuera un cristal que se podía romper. Y el público lo sintió.Hubo derechazos que se quedaron flotando en el aire, naturales de mano baja, voz de mando y ritmo. Ese tipo de toreo que no se grita: se respira. Pero el acero, ingrato y traidor, negó lo que la muleta había construido. Los trofeos se fueron, aunque el respeto quedó sembrado.Su segundo, “Prodigio”, fue otra historia. Un toro que pedía esfuerzo, no inspiración. Y Calita se lo dio: firmeza, paciencia y valor. Por ambos lados le arrancó tandas de mérito, siempre con la muleta por abajo y la figura erguida. Pero otra vez la espada, no quiso acompañar. Palmas otra vez, y un sabor amargo que sólo el tiempo sabrá endulzar.El sevillano Borja Jiménez, con “Visionario” —negro bragado, de casi quinientos kilos— toreó con los pies juntos, dejando en cada lance una estampa de torero clásico. La verónica brotó natural, con esa muñeca que manda y acaricia. Brindó al público y se metió en faena con la firmeza de quien viene dispuesto a dejar escuela.Muleta baja, trazo largo, mano que guía con ritmo de fandango. Por la derecha, “Visionario” embistió con nobleza; por la zurda, humilló con entrega. Jiménez lo entendió y le dio distancia, cadencia y sentido. Faena de estructura y belleza, de temple y torería. Pero el acero volvió a jugar una mala pasada. Pinchazo y estocada trasera lo dejaron con una vuelta al ruedo que supo a triunfo íntimo.En su segundo, “Brillante”, Borja alcanzó la cumbre. El toro, cárdeno claro, tuvo raza y ritmo. Desde el recibo, el hispano toreó con gusto antiguo: verónicas lentas, chicuelinas con cintura quebrada, una larga de remate que arrancó ovaciones de pie. El tercio de banderillas fue vibrante, y cuando tomó la muleta, el silencio se apoderó del coso.Faena grande, con profundidad y variedad, sin un pase de más. Por la derecha, tandas de elegancia pura; por la izquierda, temple y largura. Toreó con la cintura, con los brazos, con el alma. Toreó despacio, tan despacio, que parecía detener el tiempo. Un pinchazo alto no pudo empañar la obra. Estocada entera y dos orejas justísimas. “Brillante”, de Reyes Huertas, se fue al arrastre lento, y Borja al cielo del triunfo, en una tarde que lo confirma como un torero importante.El michoacano Isaac Fonseca salió dispuesto a incendiar la plaza. De rodillas, pegado a tablas, saludó a “Caporal”, toro pronto y codicioso, permitió el lucimiento, y Fonseca, que no sabe de medias tintas, lo toreó de verdad. Inició faena con cambiados por la espalda en los medios, con el público rugiendo como oleaje. Luego vinieron derechazos de trazo largo, templados, plenos de mando. Toreó con firmeza, con cadencia y con esa verdad que sólo tienen los elegidos.El toro tuvo fondo y transmisión; Isaac, ambición y entrega. La espada entró entera, ligeramente baja, pero eficaz. Dos orejas rotundas y una plaza rendida. “Caporal” fue ovacionado en el arrastre. La fotografía final fue la salida a hombros de Borja Jiménez e Isaac Fonseca, bajo el júbilo del respetable.Fotos: Ángel SainosFotos: Ángel SainosThe post Tarde de altos vuelos en Tlaxcala first appeared on Ovaciones.