(ZENIT Noticias / Roma, 12.11.2025).- El próximo sábado 15 de noviembre, una escena tranquila pero cargada de simbolismo tendrá lugar en el Palacio Apostólico. Los pasillos de mármol del Vaticano acogerán a un selecto grupo de cineastas, actores y artistas de todo el mundo: nombres que rara vez comparten escenario, y mucho menos una audiencia con el Obispo de Roma. Monica Bellucci, Cate Blanchett, Viggo Mortensen, George Miller, Spike Lee, Gus Van Sant, Giuseppe Tornatore, Emir Kusturica: la lista es un auténtico quién es quién del cine contemporáneo. En el centro de esta singular convergencia estará el Papa León XIV, quien, en el año de su Jubileo, ha decidido entablar un diálogo directo con la forma de arte que quizá más que ninguna otra refleja los anhelos, los miedos y las esperanzas de la humanidad: el cine.El evento, organizado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación en colaboración con el Dicasterio para la Comunicación y los Museos Vaticanos, fue en su día un sueño postergado. Bajo el pontificado del Papa Francisco, un plan previo para reunir a cineastas en Cinecittà, el legendario complejo de estudios de Roma, se canceló cuando la delicada salud del pontífice lo obligó a ser hospitalizado. Ahora, bajo su sucesor, el diálogo entre la Iglesia y el cine se reanuda, menos como un gesto cultural que como un acto de curiosidad y gratitud.Antes del encuentro, el Vaticano publicó un breve mensaje en vídeo en el que León XIV compartió cuatro películas que, según dijo, «me llegan al corazón». Sus elecciones —¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra; Sonrisas y lágrimas (1965), de Robert Wise; Gente corriente (1980), de Robert Redford; y La vida es bella (1997), de Roberto Benigni— destacan por su sencillez. Sin experimentos vanguardistas, sin alegorías teológicas. En cambio, cuatro historias de bondad cotidiana que sobrevive contra todo pronóstico, cada una explorando, a su manera, el mismo misterio: cómo perdura la luz en un mundo que la olvida. En Chicago, ciudad donde Robert Francis Prevost vivió como fraile agustino antes de convertirse en el Papa León XIV, se recuerda su afición por el cine. «Solía decir que las películas son parábolas modernas», comentó un amigo hace años. No es difícil imaginar por qué estas cuatro películas le marcaron. ¡Qué bello es vivir!, de Capra, es un sermón cinematográfico disfrazado de cuento navideño, una meditación sobre la desesperación y la gracia. Sonrisas y lágrimas, de Wise, convierte la canción en un lenguaje moral, una protesta contra el conformismo bajo la tiranía. Gente corriente, de Redford, explora la frágil redención que surge no del milagro, sino de la comunicación. La vida es bella, de Benigni, transforma la tragedia en el acto final de la imaginación del amor. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de ZENIT News Agency (@zenitnews)Cada una de estas películas captura algo de lo que el Papa describió a menudo como «la vocación de humanizar». Si la teología antaño encontraba su imaginería en iconos y frescos, la imaginación moderna, según parece sugerir León XIV, ahora se expresa en celuloide y luz. En esta visión, el cine no se convierte en rival de la fe, sino en una de sus extensiones seculares: un espacio donde lo invisible se hace visible, donde la redención se humaniza a través de la lucha por la bondad.La próxima audiencia no asistirá a una conferencia sobre estética. Más bien, será una conversación entre un hombre que dedicó su vida a las aulas agustinas y quienes han dedicado la suya a narrar historias que dan forma al alma colectiva de la cultura. Sin embargo, el simbolismo es innegable. En una época en que la Iglesia suele percibirse como distante de la creatividad moderna, el gesto de León XIV apunta a una reconciliación entre trascendencia e imaginación.La presencia de directores como Marco Bellocchio —cuya reciente película, Rapito, critica duramente el papado de Pío IX— añade un matiz de tensión. Pero el Vaticano ha optado por la inclusión en lugar de la actitud defensiva. El mero hecho de que Bellocchio, junto con provocadores como Gaspar Noé y Spike Lee, cruce el umbral del Palacio Apostólico es en sí mismo una declaración: el arte, incluso cuando es crítico, forma parte del diálogo. La Iglesia ya no pretende dictar el vocabulario moral de la cultura; desea, en cambio, dialogar dentro de ella.En ese sentido, el encuentro de León XIV con los cineastas podría evocar lo que Juan Pablo II les dijo a los artistas en su Carta a los Artistas de 1999: que son «custodios de la belleza», partícipes del acto divino de la creación. Pero este papa, más pastor que filósofo, parece sentirse atraído por las historias humanas que subyacen a la estética: por los George Bailey y Guido Orefice del mundo, cuyo heroísmo silencioso afirma que la bondad aún tiene sentido.Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace. The post León XIV abre el Vaticano a Hollywood con audiencia a la que acudirán estos actores y actrices appeared first on ZENIT - Espanol.