A pesar de la sensación de parálisis y de que la política española está atrapada en un bucle permanente, Alberto Núñez Feijóo sacó la artillería pesada contra el presidente del Gobierno y aprovechó la comparecencia de Pedro Sánchez ayer para consolidar un giro discursivo que lleva unas semanas poniendo en marcha: combinar la oposición –centrada, sobre todo, en los casos de corrupción que afectan al PSOE y al entorno más íntimo del presidente– con la exhibición de una alternativa política para llegar a la Moncloa. Es el eterno debate que también tienen en las filas populares, a menudo frustrados por no poder explicar sus propuestas y tener que reaccionar a cada escándalo. Si en los últimos días Feijóo ha insistido en un plan integral para los autónomos , ayer el líder del PP quiso entrar de lleno en el problema de la vivienda, consciente de que está entre las principales preocupaciones de la ciudadanía y es la primera entre los más jóvenes. Después de censurar con dureza la política desarrollada por este Gobierno – «se encontró un país de propietarios y deja una España de precarios», dijo– el dirigente popular hizo dos anuncios: que si gobierna la Vivienda dependerá de la vicepresidencia primera de su Ejecutivo –situándola entonces como asunto central de su acción gubernamental– y una «bajada histórica de impuestos a los jóvenes, tanto para compra de vivienda como para la segunda mano», dejando el IVA en el 4% desde el 10% actual. Es un compromiso que ya adquirieron las comunidades autónomas del PP en una cumbre que mantuvieron en el mes de enero en Asturias y que ahora Feijóo ha asumido como propia en sede parlamentaria. No fue el único asunto que trató más allá de la corrupción. El líder del PP reprochó al Gobierno su discurso económico triunfalista cuando España es, de todas las grandes economías europeas, la que registra mayores índices de pobreza . «Contamos con el 34% de pobreza infantil y 10 millones de españoles están en riesgo de pobreza», afirmó Feijóo. Esta parte del discurso, destinada a exhibir una alternativa política, no pasó inadvertida entre el grupo parlamentario. Muchos diputados reconocían que en algunos discursos echan de menos más concreción en las medidas y que el PP se centre en explicar lo que haría si pudiera gobernar. «La corrupción ya la conoce toda España. Hoy mismo está declarando el fiscal general en el Supremo. Y todo el mundo sabe que Santos Cerdán está en la cárcel, quién era Koldo y quién es Ábalos. Y los casos de su mujer y de su hermano», resumen distintos dirigentes populares, insistiendo en que lo que hace falta es enviar un mensaje de que otras políticas son posibles. En el núcleo duro de Feijóo no se alejan de esa reflexión y asumen que «los electores del PP ya saben lo que hay con Sánchez». «Ahora se trata de ir a conquistar a otros votantes que quieren escuchar nuestra alternativa». De ahí que en este discurso, para el que Feijóo tenía bastante más tiempo que en las sesiones de control habituales a Sánchez, el líder de la oposición se permitiera dedicar buena parte de su discurso a hablar de problemas reales como la vivienda. También se apoyó en una realidad incómoda para Sánchez: la mayoría del Congreso votó a favor de derogar la actual ley de vivienda, que permite entre otras cosas topar los precios de los alquileres en zonas tensionadas; y en cambio, el Senado ha dado luz verde a tres normas impulsadas por el PP: la ley del suelo, la ley de propiedad horizontal y la ley antiokupación. En Génova reconocen que es muy difícil abstraerse del cerco judicial que acecha a Sánchez – «yo no le amnistiaré» , llegó a decirle ayer al presidente– mientras insistía en repreguntarle sobre la financiación de sus propias primarias, la del PSOE, la trama Koldo, los patrocinios profesionales de su esposa e incluso si ya recordaba dónde vive su hermano en este momento. El otro recado fue directo a los socios parlamentarios que aún le sostienen: «Este apoyo no les saldrá gratis» .