La última incidencia del sistema Cometa, que gestiona las pulseras antimaltrato, volvió a generar malestar y dudas entre las asociaciones de víctimas de violencia de género, que cuestionan la fiabilidad del servicio. Igualdad alertó esta semana de una nueva incidencia tecnológica en la madrugada del martes, a las 4.30 horas, y activó el protocolo de refuerzo de protección a las víctimas y avisó a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Hasta las 15 horas de antes de ayer no se restableció el servicio y no se recuperó la normalidad hasta las 17.25. No obstante, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, informó de que las mujeres estuvieron protegidas en todo momento con sistemas complementarios y que ninguna necesitó el botón del pánico. El problema estaba en un enrutador que distribuye información de las alertas. Igualdad explicó que un 10 por ciento de estos mensajes generaron incidencias y se perdieron. Fuentes del equipo de Redondo explican que los servidores forman parte del servicio que ofrece Vodafone-Securitas . Insisten en que ya está todo arreglado y no se perdió información y, añaden que todos los servicios han tenido incidencias, en respuesta a la pregunta de si había pasado también con Teléfonica, anterior empresa contrata. Gregorio Gómez , secretario y portavoz de la Asociación Alma, que atiende a más de 900 mujeres al año, califica el episodio como «una chapuza más». Aunque Redondo dijo que ninguna mujer necesitó el botón del pánico, Gómez considera que no es una frase tranquilizadora porque el sistema estaba dando problemas: «Puede que no se detectara una alerta». Cree que si no tuvo consecuencias graves es porque ocurrió de madrugada, pero, añade, «si llega a ser de día, podríamos haber tenido una desgracia». Chelo Álvarez , portavoz de la Fundación Alana, apunta que Cometa «se ha mostrado en ocasiones insuficiente para prevenir situaciones de riesgo real porque las fallas del sistema de actualización en los datos generaron un vacío que puede resultar letal». Dice que cada error «es una grieta en la confianza de quienes hemos pedido ayuda y hemos puesto toda nuestra vida en juego denunciando». Y pide mayor mayor «empatía» y «responsabilidad» al ministerio y a las instituciones: «Los sistemas de seguridad no pueden deshumanizarse ni reducirse a protocolos automáticos». Álvarez sí que saluda positivamente que en esta ocasión Igualdad haya avisado a las víctimas. Pero insiste en que hay que invertir más en sistemas de protección porque las mujeres tienen cada vez más miedo: «La presión del negacionista de la violencia de género está asustando sobremanera a cada víctima. Y las fallas del sistema también». También desde la Fundación Mujeres Supervivientes de Violencia de Género, su portavoz Anna Bella alerta de que esto solo genera sensación de desprotección y pide invertir más en seguridad y seguimiento de las medidas de protección: «Estos fallos quitan confianza a las mujeres que se sienten desprotegidas. Lo que está pasando es que muchas mujeres no confían en las pulseras, se tendrían que invertir más fondos para que sea un sistema infalible y un sistema de última tecnología». Y critica que si se tratara de «políticos» o «futbolistas» tendrían sistemas mucho más punteros que los que están a disposición de ellas. Por su parte, Encarni Iglesias , presidenta de Stop Violencia de Género Digital, valoró positivamente la actuación de Igualdad de avisar a las víctimas y tomar las riendas comunicativas de la incidencia para no generar más ruido: «Lo han hecho muy bien, tenemos que aprender que las máquinas pueden cometer fallos, la inteligencia se demuestra reconociéndolo y afrontándolo para solucionarlos». Intentar ocultarlo o no informar de forma rigurosa sobre ello, como ocurrió en septiembre, dice Iglesias que sí sería un problema porque genera más desconfianza: «Intentar esconderlo para mí es un error del cual han aprendido con el tema pulseras». Iglesias es breve pero felicita a la gestión de Cometa por la reacción rápida: «Tampoco duró mucho el fallo, eso quiere decir también que los sistemas de emergencia funcionaron bien».