El Ministerio de Igualdad ha vuelto a admitir fallos en las pulseras antimaltrato del sistema Cometa. Esta vez, por un 'enrutador' que generaba incidencias en el 10 por ciento de las alertas. Una de cada diez, margen inaceptable cuando hablamos de vidas en riesgo. El sistema, ideado para impedir el acercamiento de los maltratadores a sus víctimas, arrastraba errores graves desde septiembre, cuando se perdieron datos durante el cambio de la empresa adjudicataria. Igualdad aseguró entonces que las víctimas nunca estuvieron desprotegidas. Pero ahora suma otra incidencia sin ofrecer explicaciones en el Congreso. Mientras tanto, un caso en Usera revela la gravedad del problema: un condenado por violencia de género fue sorprendido con la pulsera rota en el bolsillo. La alarma no saltó. El sistema no funcionó. Decir que hay una «red institucional» que protege más allá de los dispositivos no basta. La tecnología que promete seguridad debe ser infalible. No puede estar al albur de fallos técnicos ni decisiones administrativas. Porque cuando una alerta no llega, la tragedia puede ser cuestión de segundos.