Me he dado una vuelta por internet hace un rato. Igual no es apropiado contarlo así, equiparándolo a darse una vuelta por Las Palmeras o por Campolongo. Trataba de buscar una web en la que ofreciesen un generador de imágenes por Inteligencia Artificial y de modo gratuito, claro, para conseguir una ilustración de portada para un libro que seguramente no voy a publicar. Para no publicar algo, la IA es lo mejor ahora mismo. Encontré bastantes. Se publicitaban como gratuitas, pero ahora les contaré. Por el antiguo pero eficaz método de "pito, pito, gorgorito", escogí una. Nota: los más jóvenes, si es que existen jóvenes que estén leyendo esto, seguro que van a flipar con lo de "pito, pito, gorgorito". En homenaje a su juventud y a su ignorancia, les ofrezco los versos completos: Pito pito gorgorito / ¿Dónde vas tú tan bonito? / A la era verdadera / Pim pam pum ¡fuera! Esta forma de echar suertes se basaba, como habrán adivinado, en la eliminación. Así llegué a una web que, para generar la imagen que había pedido escribiendo una breve descripción de la misma en el espacio dispuesto para ello, me pedía una dirección de correo electrónico. Me imaginé sepultado por toneladas de e-mails que saltaban de la pantalla de mi portátil hacia la mesa, se caían al suelo, cubrían este hasta la puerta y se internaban por el pasillo hasta el resto de mi piso. Empecé a debatirme entre arriesgarme a sufrir semejante Armagedón o renunciar a la portada del libro que no voy a publicar. Entonces advertí que el correo tenía que ser de una cuenta de Microsoft, pues esta era la empresa matriz del software en cuestión. Tararí que te vi. La siguiente página a la que accedí también pedía un correo como mordida para darte la imagen que en principio se había anunciado como gratuita. Busqué en una libreta una de esas direcciones de Gmail que había creado en su día para entregar a los plastas que pedían una dirección de correo para cualquier cosa, evitando saturar mis direcciones habituales. Allá se lo di de comer al bicho y este me entregó una imagen que no era nada del otro mundo, entre otras cosas porque hay otros mundos pero están en este, que diría Paul Eluard (que fue quien lo dijo). Pero podría servirme si estuviese muy desesperado. Cuando estás muy desesperado, la IA es una herramienta fantástica. Esta frase puede ser rebatida por cualquiera con mayor conocimiento de causa que un servidor, y mejor que así sea. Pero otro día. Lo cierto es que la imagen en cuestión no me acababa de gustar; se veía la cara de una persona, pero tú sabías que no era una persona real y eso me estaba incomodando. Las dos cosas: el que no fuese una persona real y el hecho de saberlo. Pensé en la opción de pixelar el rostro, pero ya sería rizar el rizo, ¿no? Pixelar un rostro de alguien que no existe. Y entonces, en un golpe de suerte, la sangre volvió a regar mi cerebro y advertí en la pantalla un link para descargar la susodicha imagen. Tras hacer clic, fui informado de que para hacer efectiva esa descarga debía abonarme a esa página por una módica cantidad mensual. Se me descompuso un poco el gesto y empecé a verter espuma por la boca, pero apenas me afectó aquella exhibición de trapacería digital ('free' significa 'gratis', de toda la vida de nuestro Señor, y 'gratis' todos sabemos lo que significa). En todo caso, era previsible: la llamada Inteligencia Artificial se mostraba como algo destinado a los parvos.