Otoñal, de Daniel Kraus y Chris Shehan

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Otoñal de Daniel Kraus y Chris Shehan.El otoño es símbolo de madurez, de transición, de cosecha, representado en un ciclo de vida con etapas de plenitud, declive y renacimiento. Es también un momento para la reflexión, para soltar lo viejo, para prepararse para el recogimiento y el descanso. Lo que no se asociaría al otoño es convertirlo en el escenario de una pesadilla, y sin embargo Otoñal de Daniel Kraus y Chris Shehan lo hacen. Este cómic, publicado por ECC, parece preguntarse qué se oculta detrás de los colores cálidos del otoño, y por qué esa belleza nos atrae con tanta fuerza cuando sabemos que también es un anuncio de la muerte.Otoñal sigue a Kat Somerville, una madre soltera que vuelve con su hija Sybil al pueblo donde creció, Comfort Notch, tras la muerte de su madre. El lugar parece sacado de una postal: calles cubiertas de hojas doradas, vecinos amables, casas luminosas. Ahora bien, a medida que Kat se adentra en la vida del pueblo, percibe un orden inquietante bajo esa perfección. La naturaleza parece observar, los habitantes guardan un silencio cómplice y las hojas —omnipresentes— se convierten en el signo de algo que respira bajo tierra.En realidad esta historia utiliza el otoño no solo como ambiente, sino como estado emocional. La paleta de colores de Chris Shehan y Jason Wordie —ocres, rojos, dorados— transmite una sensación de calidez que, poco a poco, se acaba volviendo opresiva. La belleza del paisaje se convierte en una forma de amenaza. Las hojas, que llenan las viñetas como un motivo ornamental, adquieren pronto un valor simbólico: son el medio por el que se manifiesta la entidad que domina Comfort Notch. Aparecen en los cuerpos de los muertos, cubriendo bocas y heridas, como si la naturaleza se tragara lo humano. Son, a la vez, adorno y advertencia.Esa ambigüedad es una de las virtudes de Otoñal: el horror no se impone de golpe, sino que se desliza lentamente entre las ramas. Esta obra se inscribe en la tradición del folk horror, donde lo ancestral y lo comunitario se funden en un pacto que desafía la moral. Comfort Notch es un ejemplo perfecto de ese tópico: una comunidad aparentemente apacible que vive bajo un acuerdo secreto con una fuerza natural. Su prosperidad depende de sacrificios humanos, pero nadie parece dispuesto a romper el equilibrio. La gente prefiere el silencio a la culpa, la armonía aparente al conflicto.En ese sentido, Otoñal plantea una crítica social que trasciende el género. Los habitantes del pueblo no son meras víctimas, sino cómplices de su propia condena. Han aprendido a convivir con el horror porque les garantiza una vida cómoda, bella, estable. Lo monstruoso no es la deidad que exigen los bosques, sino la renuncia moral de quienes la alimentan. Kraus dibuja así una parábola inquietante sobre el conformismo: el precio que pagamos por mantener el orden, incluso cuando ese orden exige sangre.El clímax llega cuando Kat descubre la verdad y comprende que el mal no procede de un demonio externo, sino del propio ciclo natural al que su madre trató de resistirse. En ese momento decide romper —o perpetuar— el círculo: se ofrece a la entidad para salvar a su hija. Las hojas la envuelven y el bosque la reclama. Su sacrificio puede verse como un gesto de amor o como la aceptación final del horror. Kat no muere en un sentido convencional, sino que se transforma en parte de la misma fuerza que la devoraba, convirtiéndose en la nueva encarnación de ese espíritu otoñal que da vida al pueblo.El final deja una sensación de inquietud. La confrontación de Kat con la entidad otoñal y la comunidad culmina en un acto extremo que redefine su papel en el ciclo de Comfort Notch. Ya no es solo víctima ni madre, sino alguien que asume una fuerza que la trasciende y que cambia para siempre el equilibrio del pueblo y del bosque. La resolución, ambigua y cargada de tensión, mezcla dolor, furia y transformación, reforzando la sensación de que en Otoñal el verdadero horror surge tanto de la naturaleza como de los actos humanos que la corrompen.En última instancia, además, Otoñal funciona como una metáfora de la maternidad y del sacrificio. Cada madre entrega algo de sí misma para preservar a su hijo, pero en Comfort Notch esa entrega adquiere una dimensión literal. Kraus y Shehan consiguen que el horror surja no de lo grotesco, sino de lo inevitable. Las hojas caen, el ciclo continúa, y la tierra reclama lo que es suyo.Así, bajo su apariencia de historia de terror rural, Otoñal encierra una reflexión sobre la naturaleza, la culpa y la herencia emocional. Es una obra de ritmo pausado, de atmósfera envolvente, más inquietante que violenta, donde lo que asusta no es tanto el monstruo oculto en el bosque como la belleza que lo disfraza. Porque a veces el horror no está en la podredumbre, sino en el orden perfecto de las cosas, en la quietud dorada de las hojas que caen y nunca terminan de pudrirse.The post Otoñal, de Daniel Kraus y Chris Shehan appeared first on La piedra de Sísifo.