Donald Trump ha hecho resurgir, el 30 de octubre, recuerdos de la Guerra Fría, imágenes de hongos atómicos y radiaciones mortales. Ese día, el presidente de los Estados Unidos anunció que su país reanudaba los ensayos nucleares, algo que no ocurría desde hacía 30 años. Con la excepción de Corea del Norte, ningún Estado ha realizado ensayos nucleares desde 1998.Sin embargo, la noticia suscitó tanto interrogantes como temor. ¿De qué tipo de ensayos se trata? ¿De dónde piensa sacar Donald Trump el presupuesto para llevar a cabo un programa de ese tipo? Y, por otra parte, ¿deberíamos preocuparnos por las amenazadoras demostraciones de otro jefe de Estado, el ruso Vladimir Putin, que ha presentado en las últimas semanas dos “nuevas” armas nucleares?Mediapart repasa estas cuestiones con François Diaz-Maurin, investigador especializado en seguridad nuclear. Ingeniero de formación, actualmente es redactor jefe adjunto encargado de cuestiones nucleares en el Bulletin of the Atomic Scientists, una respetada revista científica que aboga por un mejor control internacional de esas armas.Mediapart: Donald Trump anunció el 30 de octubre, a través de una publicación en su red social, la reanudación de los ensayos nucleares americanos. ¿Cuál era la situación en este ámbito y qué significa esta declaración?François Diaz-Maurin: Las pruebas “explosivas”, como las que se realizaron durante la Guerra Fría, en la atmósfera o bajo tierra, están prohibidas por el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares de 1996.Por lo tanto, a priori no se habla de ese tipo de ensayos. Pero el mensaje de Donald Trump ha creado incertidumbre, que sin duda proviene de su propia confusión sobre el tema. Su mensaje está lleno de falsedades. Dice que Estados Unidos posee más armas nucleares que cualquier otro país. Esto es falso, ya que Rusia tiene más: 4.300 ojivas nucleares potencialmente utilizables frente a las 3.700 de Estados Unidos, según las últimas estimaciones del Bulletin of the Atomic Scientists.Dice que China está muy por detrás de Estados Unidos y Rusia en términos de arsenal nuclear, pero que debería recuperar su retraso en cinco años: eso también es falso, ya que actualmente posee alrededor de 700 ojivas nucleares y se espera que tenga alrededor de 1.000 en cinco años.Luego anuncia que ha dado instrucciones a su “Departamento de Guerra” para que lleve a cabo ensayos nucleares “en igualdad de condiciones”. Con ello da a entender que otros Estados realizan ensayos nucleares. Después ha repetido en una entrevista televisiva que Rusia y China realizan ensayos nucleares subterráneos, a gran profundidad, y que “se puede sentir una ligera vibración”.No hay duda: se refería a los llamados ensayos “críticos”, explosivos. Sin embargo, no hay información al respecto. Estados Unidos no sospecha que estos países estén llevando a cabo ese tipo de ensayos [el vicealmirante Richard Correll, nombrado por Trump para dirigir el comando militar encargado del arsenal nuclear americano, confirmó el 30 de octubre que “ni China ni Rusia han llevado a cabo ensayos nucleares explosivos” –ndr].Entonces, Donald Trump no tiene realmente la intención de reanudar los “ensayos nucleares” tal y como se entendían durante la Guerra Fría, que consistían en detonar bombas en el aire, bajo el mar o bajo tierra, ¿no es así?No estamos seguros. Se podría pensar legítimamente que descarta esa hipótesis si se considerara que sabe de lo que habla. Porque, evidentemente, no sabe de lo que habla. De hecho, ha sido corregido por su ministro de Energía (que sería el encargado de llevar a cabo los ensayos nucleares explosivos si se produjeran), quien ha precisado que los ensayos americanos actuales son “no críticos”, es decir, que no producían una explosión nuclear, y que la Administración no tenía intención de volver a realizar ese tipo de ensayos.Eso no es sorprendente. El procedimiento a seguir no estaría claro. Dado que Estados Unidos ya no cuenta con un programa de ensayos nucleares, el Congreso tendría que asignar los fondos necesarios. Se sabe que Trump a veces hace caso omiso del Congreso. Pero las cuestiones de defensa siempre son bipartidistas en Estados Unidos, por lo que sería difícil eludir el Congreso. Incluso si fuera así, sería costoso y llevaría tiempo.La preparación de una “simple” explosión nuclear requiere entre seis y diez meses de preparación. Una prueba totalmente instrumentada [con instrumentos de medición o control, ndr] requeriría entre veinticuatro y treinta y seis meses de preparación. Y para desarrollar una nueva ojiva nuclear, es decir, una prueba en el marco del desarrollo de una nueva arma, se habla de unos sesenta meses de preparación.No estamos en condiciones de realizar una prueba rápidamente. A menos que se trate de provocar una explosión sencilla para impresionar al enemigo en el marco de una crisis o un enfrentamiento, lo que ya no sería una “prueba nuclear”, sino otra cosa, y podría hacerse de forma bastante inmediata...Da la sensación de que esta declaración de Donald Trump le preocupa, no porque signifique que Estados Unidos vaya a desencadenar una nueva guerra nuclear, sino más bien porque revela su gran desconocimiento del tema.Exactamente. Es casi vergonzoso para Estados Unidos tener un comandante en jefe que hace este tipo de declaraciones. Y eso debe ser preocupante, sabiendo que es la persona que, en última instancia, decidiría utilizar el arsenal nuclear americano, con muy poco tiempo para decidir, como bien muestra la película A House of Dynamite, que acaba de estrenarse.En general, los responsables políticos son relativamente ignorantes sobre el tema. Pero cuando lo son, intentan informarse antes de publicar o hacer este tipo de declaraciones. Con Trump, estamos completamente en otro tipo de juego, y eso es peligroso desde ese punto de vista.Esta declaración de Donald Trump se produjo tras el anuncio de Putin de importantes avances en el desarrollo de dos nuevas armas: el misil con ojiva nuclear Bourevestnik y el dron submarino con capacidad nuclear Poseidón. ¿Qué llevó al presidente ruso a agitar el espectro nuclear de esta manera?Desde la cumbre de Alaska del mes de agosto, que no desembocó en ningún acuerdo, Donald Trump está visiblemente irritado. Se da cuenta de que Putin no desea realmente el fin de la guerra y ha anunciado nuevas sanciones americanas, relativamente importantes, contra dos gigantes rusos del sector de los hidrocarburos.Es evidente que Putin se encuentra algo atrapado. Su economía de guerra depende de su capacidad para seguir vendiendo gas. Entonces, bajo la presión estadounidense, que va a cortar el suministro de sus dos grandes empresas gasísticas, la Rusia de Putin agita un poco la bandera nuclear, como hace habitualmente.Putin habla sucesivamente de pruebas concluyentes de dos nuevas armas. Esos anuncios no son “amenazas nucleares” como tales, pero se puede hablar de una especie de “gesticulación nuclear”. La declaración de Trump es, al menos en parte, una respuesta a las negociaciones estancadas con Putin [sobre el fin de la guerra en Ucrania] y a esas declaraciones belicosas.Tras las crisis nucleares de la Guerra Fría, da la impresión de que la disuasión nuclear se había “profesionalizado” en gran medida, que se había convertido en un asunto de expertos que, tanto en Moscú como en Washington, sabían manejar perfectamente la “gramática” nuclear para enviarse “señales” sin llegar a una escalada. ¿Sigue siendo así?En absoluto. Estados Unidos y Rusia tienen efectivamente un historial de crisis y han establecido salvaguardias en este sentido, como los canales de comunicación de emergencia, que siguen funcionando. Existe la posibilidad, en caso de crisis o malentendido, de dialogar.Pero la experiencia de la Administración americana ha sido atacada recientemente en todos los ámbitos, incluida la experiencia técnica de la Administración que gestiona el arsenal nuclear estadounidense, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear.Si hoy nos encontráramos en una nueva crisis nuclear, no sé si los responsables políticos actuales, dado el tipo de administración que dirige Estados Unidos, confiarían en el reducido número de expertos que aún quedan: no les gusta la burocracia ni la experiencia científica o técnica.Eso no es tranquilizador, y se suma a otros cambios. Estamos en una nueva era nuclear. La cuestión nuclear vuelve a ocupar un lugar destacado de forma evidente. El hecho de que China esté ampliando su arsenal plantea nuevos retos. Al mismo tiempo, la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN ha creado una nueva frontera: los aviones bombarderos nucleares americanos utilizan el espacio aéreo de estos dos países con mayor regularidad, lo que crea un nuevo frente de riesgo con Rusia.También está Corea del Norte, que no solo es un país dotado de esa arma, sino que se está convirtiendo en una verdadera amenaza para Estados Unidos, con, por un lado, sus misiles balísticos que podrían alcanzar el territorio americano y, por otro, la construcción de un submarino de propulsión nuclear que podría suponer una amenaza para Corea del Sur, pero también para Estados Unidos.Está el uso que Rusia hace de su arma nuclear, que ya no es un arma de disuasión, sino un arma de coacción. Cuando dice a la comunidad internacional o a la OTAN: “No intervengan en Ucrania, recuerden que tengo este tipo de capacidad”, utiliza su arsenal nuclear, aunque no haya explosión ni uso del arma propiamente dicho.Nos encontramos por lo tanto en una situación de tensiones mucho mayores. Un juego, una estabilidad estratégica entre dos, como fue el caso durante la Guerra Fría, es mucho más fácil de gestionar que la situación mucho más cambiante de hoy en día, en la que los países multiplican sus arsenales.¿Se ha perdido la batalla por un mundo desnuclearizado? Antes mencionaba la película de la directora Kathryn Bigelow, que dice haberla concebido como una “advertencia” contra una guerra nuclear... ¿Tiene la cultura pop un papel que desempeñar para mantener vivas las movilizaciones contra lo nuclear?En primer lugar, está la diplomacia. Es necesario prorrogar el tratado New Start (sobre el despliegue de armas estratégicas) entre Rusia y Estados Unidos, que expira en febrero de 2026. Vladimir Putin, por cierto, ya lo ha propuesto. Hay que encontrar la manera de involucrar a China en las negociaciones, sea cual sea el formato, para lograr más estabilidad y claridad sobre las intenciones. También es necesario, aunque creo que es un deseo inútil, que la administración estadounidense deje de hacer ese tipo de declaraciones ambiguas.Pero, aparte de eso, sí, está la cultura pop, que es muy importante. La necesitamos. Durante la Guerra Fría, en Estados Unidos teníamos a Carl Sagan, un divulgador muy apreciado que era capaz de hablar del riesgo nuclear. Hoy en día ya no hay nadie así. Pero ya aparecerá.Hemos tenido la película Oppenheimer, hoy A House of Dynamite, la próxima adaptación del libro Nuclear War: A Scenario, de Annie Jacobsen... Esas películas son necesarias porque luego la gente puede presionar a sus políticos. Eso funciona muy bien en Estados Unidos. Puede desencadenar debates sobre el coste de este arsenal, sobre el hecho de que la “Cúpula Dorada” que quiere Donald Trump también es muy cara y, sin duda, no es infalible... Por supuesto, siempre existe el debate sobre el hecho de “asustar”. Pero no creo que una película como A House of Dynamite exagere lo que realmente sucedería en caso de crisis nuclear. Sinceramente.Esta entrevista se realizó el 4 de noviembre. Traducción de Miguel López