La historia de Gioacchino Lanza Tomasi entra por los ojos. Él mismo fue un hombre de oído -música, ritmos, bibliotecas-, pero su biografía íntima se ilumina desde la imagen: la madre española que sabía de embajadas y de salones y que, sin embargo, quiso para su hijo una patria sola, un idioma único. La decisión de que sus hijos nunca aprendieran la lengua materna, el español, fue quizás tomada desde la prudencia de otra época, aunque dejó un hilo tirante en la casa de Palermo: España quedó en los objetos, no en la boca. Quedó en los lomos de Lope , de Quevedo , de Calderón ; en la divisa familiar -'In fide et iustitia'- prendida a los ex libris;... Ver Más